lunes, 28 de marzo de 2011

La obra maestra

(N. del C. de R.: dedicado a María Clara en Medellín, que cree que yo soy mejor escritor que ella. Aunque me parezca que esté equivocada).

La pluma se mueve de nuevo. El autor se detiene a pensar. Consulta su diccionario y encuentra la palabra indicada. Da un sorbo a su café y teclea rápidamente. Ve en la pantalla su expresión plasmada tal y como la desea, sonríe y se arrellana en su silla ergonómica, de cuero. Vuelve a teclear tres veces, escribe la palabra que le resultaba tan esquiva unos meses atrás, y que hoy es la única que puede añadirse a su escrito, a su obra maestra: "FIN".

Lo ha conseguido el autor. Cada palabra está en su sitio. No hay comas que falten, no hay un salto de línea que sobre, no hay ideas que se presten a malinterpretaciones. Su última obra, mucho mejor que las dos anteriores, está lista. El autor cierra los ojos, satisfecho, y ve los titulares. No habrá editor que se resista a publicarla; al fin y al cabo, en este país publican cualquier basura, con mayor razón publicarán la obra maestra. Todos los críticos la alabarán, incluso los que se dedican a acabar con todo y con todos por físico placer. Será la obra más leída, y el autor sabe que no necesitará ser prepago ni político corrupto para asegurarse que la vendan. Oh, no, él tiene mejores planes.

El autor llama a un amigo muy cercano, que trabaja en un periódico. Sí, por fin terminé la obra maestra. Claro, si quiere ya mismo se la mando. No, todavía no la he mandado a los editores, pero apenas se la mande a usted, se la mandaré a ellos. Claro que estoy dispuesto a unos whiskies, pero cuando me acepten la obra. Listo, hasta entonces.

Envía el correo electrónico el autor. Toma un último sorbo a su café. Enciende un cigarrillo, y da una bocanada de humo. De un cajón de la mesa sobre la cual está su computador y su obra maestra, saca una caja muy decorada, antigua. Abre la caja, y pone su contenido encima de la mesa. El revólver de su bisabuelo, que de mano en mano ha pasado por toda la familia. Un arma muy elegante, que ha sobrevivido varios duelos, y que mantiene una bala nada más, en la caja, junto a su fina culata de marfil.

El autor juguetea con la bala, con una mano. Deposita las cenizas de su cigarrillo en el cenicero, con la otra. Una mota cae sobre el cañón bruñido del arma: amorosamente, el autor la limpia con un trapo de terciopelo, hasta dejar brillante la superficie del revólver. El autor inserta la bala en el tambor del revólver, y le da vueltas. Finalmente acomoda la bala en el martillo. Se lleva el revólver a la sien izquierda. Cierra los ojos. Hunde su pulgar izquierdo en el martillo, escucha un chasquido, y presiona con el índice izquierdo el gatillo.

La detonación lo hace abrir los ojos de nuevo, pero el autor los cierra con fuerza. Mientras afuera del estudio alguien intenta abrir afanosamente la puerta, él suelta el arma. Se desploma sobre el computador. Su cerebro, capaz de crear una obra maestra, se derrama sobre la mesa. Cada vez se le hace más borrosa la imagen mental, los titulares del día siguiente: "Distinguido escritor acaba con su vida". "Afamado novelista se suicida tras terminar su último libro" "La obra final: autor termina con su vida después de escribir su obra maestra" "Editoriales se disputan novela póstuma del escritor suicida". La vida se le va en borbotones por el parietal derecho.

Cuando su hermano, con quien vive, logra abrir la puerta del estudio, encuentra al autor, muerto y sonriente, y en la pantalla, todavía brilla el mensaje de correo que le dejó a su amigo, junto a su obra maestra: "Ya no hay más que escribir, ya lo he dicho todo".

2 comentarios:

Marie Claire dijo...

Me pareció excelente el giro que le diste a la historia, mientras se va leyendo uno no logra imaginar a dónde irá a parar ese autor luego de finalizar su obra maestra.

Y por cierto, con este post seguiré pensando que sí eres mejor escritor que yo, aunque no entremos más en esa discusión que no nos llevará a ningún acuerdo, entonces dejémoslo como en una especie de empate con "técnica" (tú me entiendes).

Unknown dijo...

Wow, ¡me encantó! Logré recrear la película en mi cabeza mientras la iba leyendo, muy atrapante la historia. ¡Felicitaciones!