sábado, 6 de octubre de 2012

50 años con Los Beatles

Hoy es 6 de octubre de 2012. Hace 50 años y un día, el primer sencillo de una banda de peludos en trajes, proveniente de Liverpool, y que se había ganado cierto renombre tanto en el puerto como en Hamburgo, se lanzó al mercado de parte de una compañía discográfica al borde del cierre, Parlophone. La banda había grabado para ellos porque a un productor de su casa matriz, EMI, les gustó lo que oyó en sus pruebas durante junio, pero no tenían más espacio en dónde ponerlos que con Parlophone, normalmente acostumbrada a sacar discos de música clásica. Y lo que estos peludos del norte, Harrison, Lennon, McCartney y Starr hacían, no era música clásica. Todo lo contrario.

Love Me Do, el primer sencillo de The Beatles, salió a la luz pública el 5 de octubre de 2012. Y era lo que la música pedía en el mundo. En Gran Bretaña, ellos fueron los primeros en crear sus propias canciones basados en los sonidos de los más grandes del rock and roll y el blues de los 50: Lennon y McCartney escribieron montados sobre los hombros de los más grandes. Ray Charles, Little Richard, Muddy Waters, Chuck Berry, todos ellos sirvieron como soporte para todos los jóvenes que los conocieron en los discos que llegaban a Liverpool en los barcos de carga. Y muchos lo intentaron, pero sólo estos cuatro, de los cuales el mayor tenía 22 años en el momento, lograron el éxito en el mundo.

En Estados Unidos no fue tan rápido el éxito como en su tierra de origen. Love Me Do tuvo que salir varias veces al mercado, por dos compañías disqueras distintas, hasta que se volvió número 1 en 1964, dos años después de lanzado en el Reino Unido. Luego de presentarse ante Ed Sullivan, y que una Beatlemanía que se había ubicado en los corazones de los (y las) jóvenes británicos se multiplicara al otro lado del charco. La música estadounidense los necesitaba, para acabar con el reinado de artistas y bandas inocuos y aburridos, con canciones que parecían salidas de una fábrica por su similitud, su plasticidad y su tedio. La emoción estaba en los ritmos de las comunidades negras, pero la música, como todo, todavía estaba segregada.

En Gran Bretaña no. Por eso los Beatles, y luego los Stones, The Who, Cream, y todos los grandes artistas del rock en los 60, toda la Invasión Británica que dominó la cultura juvenil estadounidense en el 64, 65 y 66 pudieron tomar todas aquellas influencias del blues, el jazz y el soul, blanquearlas y transmitirlas a un público blanco harto de la música manufacturada y en un bajo estado de ánimo, tras el asesinato de Kennedy. Pero los Beatles fueron los que extendieron ese puente entre Abbey Road y los estudios de ABC donde se presentaron en febrero de 1964. Y detrás de ese puente entró una unificación cultural entre las juventudes de ambos lados. Todo por esos cuatro peludos de Liverpool.

El 6 de octubre de 1962 se dieron los primeros pasos de la Beatlemanía, cuando mucha gente empezó a oír el single de Love Me Do y su lado B, P.S. I Love You. El 6 de octubre fue el primer día completo en que tuvimos a los Beatles entre nosotros. Luego vendría lo que vimos antes, Ed Sullivan, las niñas gritando en Shea Stadium, la retirada de los escenarios, el ser "más grandes que Jesús", el Sargent Pepper's, el concierto en el techo, la ruptura. Y la vida siguió luego de ese 8 de abril de 1970 en que Paul McCartney diría que Los Beatles se acabarían. Pero la vida no siguió como era antes del 6 de octubre de 1962, porque en sus 12 LPs e innumerables singles, 27 de los cuales llegaron a ser número 1 en Gran Bretaña y/o en Estados Unidos, los Beatles dejaron una marca imborrable en la historia del mundo. Este es el homenaje que puedo hacerles a ellos.

lunes, 27 de agosto de 2012

La paz no va a funcionar en este país

Como siempre, hoy las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia van a estar atacando algún pueblo del país. Matarán a alguien, venderán algunos kilos de coca, saldrán en las noticias, serán magnificadas sus acciones por Uribe en su Twitter. Son temas que se dan casi por sentados, tanto como que salga el sol o que haya Pico y Placa: este país se acostumbró a vivir con las FARC. La opinión pública los odia, pero sigue estando continuamente pendiente de ellos.

Por eso es importante el anuncio (chiveado por Uribe) de conversaciones de paz entre el gobierno Santos y el Secretariado de la guerrilla más antigua del mundo. Porque implica una oportunidad más de acabar con esta guerra desgastante, que ya va para más de 50 años, y que sólo se ha dedicado a desangrar el campo y a convertir al país en un inmenso cementerio, y un campo de cultivo de coca. De la guerrilla derivó la barbarie paramilitar, y de estos las bandas criminales. Y el narcotráfico, ahí metido.

Porque ese es tal vez el problema más grande que se tiene que someter en caso de un proceso de paz con las FARC. Si el proceso no se realiza MUY bien, el fenómeno actual de las bacrim, nacidas por mandos medios de las autodefensas y dedicadas netamente al narcotráfico, se repetirá. Y la pelea paras - guerrilla también se repetirá, pero ahora como una directa guerra entre carteles que no conduce a ningún lado, y que puede volverse increíblemente dañina para la comunidad según lo demostrado en los años 88 a 93.

Otro fuerte obstáculo es el ánimo revanchista. Y en esto voy a ser totalmente honesto: este país no va a tener paz mientras no haya perdón para los desmovilizados. No perdón judicial: perdón de las masas, de la opinión pública. Y eso se ve muy difícil, debido a las mismas barbaridades que cometió la guerrilla por medio de secuestros y torturas. Es sumamente difícil que se llegue a un perdón de la población en general a la gente que los secuestró, asesinó a sus padres o esposos, forzó a abandonar sus tierras o simplemente a los que fueron durante tanto tiempo el enemigo número uno de la nación.

Y ahí surge otro problema de suma gravedad: darle empleo a los soldados de las FARC que queden volando, muchos de ellos campesinos con una educación casi nula. ¿En qué pueden trabajar unos jóvenes de 25 años que no hicieron más de octavo o noveno, y que llevan la mitad de la vida echando bala en la guerrilla? ¿Quién le va a dar empleo a alguien así? Súmese a eso la desconfianza, y se entenderá cómo los ex miembros de la guerrilla terminarían haciendo lo mismo que los paramilitares desmovilizados en muchos casos: reintegrarse a la lucha armada en las bacrim. Es lo que se puede esperar de ellos, es lo que tienen de experiencia.

Incluso dentro del mismo gobierno hay sectores que no están de acuerdo con negociar. Los militares, por supuesto, porque una negociación implica suspender gran parte de sus operaciones, y una paz exitosa exige una desmovilización de una buena parte de las Fuerzas Armadas. Así mismo, los grandes negociantes alrededor de la guerra tampoco están interesados en que esta se acabe, y los militaristas o los políticos que necesitan el apoyo de los que piden sangre para acabar esto tampoco piensan en paz.

Es por esto que creo que un proceso de paz no funcionará en el país. Lo que no implica que no haya que intentarlo. Un buen proceso de paz es necesario porque no se puede seguir intentando lo mismo de siempre, la misma balacera que no ha solucionado nada. Llevamos 10 años dando plomo y esperando el fin del fin, como bautizara un ministro de defensa en 2008 a las operaciones contra las FARC y que, cuatro años después y con dicho ministro en la Casa de Nariño, no llegan a absolutamente nada. Y por eso ese presidente decidió que el fin del fin debe ser negociado, no a bala.

Ojalá y por el bien de este país se pueda dar el caso de que la paz fructifique. Pero no lo creo mucho. Es la historia nacional, en la que aparentemente estamos en guerra civil desde la Patria Boba básicamente sin descanso. Y eso es otro motivo por el que la paz probablemente no vaya a funcionar: nunca la hemos vivido...

Adenda. Dado que las discusiones de paz ya empezaron según Telesur, la pregunta ya no es si se justifica hacerlas. Hay que apoyar al gobierno para que estas fructifiquen.

domingo, 8 de julio de 2012

Manolo Bellon, liberado

(N. del C. de R. Este es un ejercicio académico realizado para la asignatura Géneros Informativos. Lo publico acá porque quiero que la gente lo vea, y porque sé que muchos quieren conocer más sobre ese gran personaje de la radio que estaba que se saltaba el muro en el concierto de Paul McCartney, el pasado 19 de abril).



Manolo Bellon, junto a su perra dálmata, Schatzi. (Foto cortesía Manolo Bellon)


MANOLO, LIBERADO

Manolo Bellon y su vida girando alrededor de la radio, el concierto de Paul McCartney en Bogotá y su escuela y fundación de música.

Por Juan Manuel Reyes

Paul McCartney se presentó en Bogotá el 19 de abril de 2012; concierto que se presentó, por primera vez en mucho tiempo, en vivo por televisión colombiana. Manolo Bellon, su presentador, parecía maniatado por su labor junto a Omaira Morales durante la hora que debían cubrir sin mostrar imágenes de la tarima, por restricciones contractuales. Esto conmovió al público que lo veía por Canal Capital. Twitter se inundó de mensajes que pedían la libertad de Bellon: #liberenamanolo, un hashtag (referencia para clasificación de mensajes) para pedir por su “liberación” del trabajo que había realizado en Canal Capital, y de permitirle ir a disfrutar el concierto en la tribuna, se convirtió en uno de los temas más hablados en la red social esa noche de jueves, mientras McCartney tocaba sus canciones y algunas de Los Beatles en El Campín.

Pero Manolo no se sentía así. “Yo terminé muy feliz”, dice. “Tuve el privilegio de poder llevarle el concierto a ocho millones de colombianos”. Esta forma de combinar sus gustos musicales con su vena periodística es un elemento distintivo de Manuel Bellon Benkendoerfer, nacido el 4 de marzo de 1949 en Bogotá de padres alemanes; “Manolo”, para los colombianos que escucharon durante más de 40 años su voz en la radio, leyeron sus columnas de música y lo vieron presentando eventos. Para todos los que pidieron por su liberación el 19 de abril, algo que para él fue “muy divertido en aquel momento”.

Y algo que demuestra cómo lo quiere el público. Eso considera Gustavo Gómez, periodista y presentador de Hoy por Hoy en Caracol Radio, que cree que la reacción popular demuestra su condición de “único e irrepetible”. “Manolo es una Biblia sin ínfulas”, dice Gustavo, que trabajó a su lado entre 2004 y 2010. “Un testigo incomparable de la historia del pop, al cual cualquiera podía acceder, porque con él todo fue sencillo y grato siempre”, asegura. Sofía Gómez, reportera del diario El Tiempo, recuerda de la primera vez que lo conoció, en una entrevista con motivo del lanzamiento de su libro sobre Los Beatles en el 2003: “me sorprendió que era mucho más encantador que como lo imaginaba. Uno se hace una imagen mental de cómo es una persona por como habla en radio, y yo sabía que era una persona muy inteligente, brillante, pero cuando lo conocí, era una persona muy sencilla y me encantó”, agrega.

Manolo estuvo desde muy niño imbuido por la música. Sus padres, Waldemar y Luisa, escuchaban música clásica: Bach, Beethoven, Schubert, Chopin. Pero a sus seis años escuchó por primera vez rock n’ roll: The Crew Cuts, Buddy Holly y Elvis Presley. Y eso lo transformó, aunque no al nivel de cuando escuchó por primera vez una canción de Los Beatles: I Wanna Hold Your Hand, la canción con la  cual inició la Beatlemanía en Estados Unidos, en enero de 1964. Y aunque entró a estudiar Veterinaria en la Universidad Nacional en 1967, su trabajo radial, empezando en la emisora juvenil de Caracol ‘Radio 15’ en 1969, y los constantes cierres y paros en la Universidad hicieron que desistiera de la veterinaria y se dedicara a presentar la música de la que había aprendido escuchando radio internacional y leyendo ediciones atrasadas de Time, el Miami Herald y el New York Times. De ese primer acercamiento a Radio 15, recuerda Manolo, “fue amor a primera vista. Me paré frente al micrófono, empecé a hablar y me di cuenta que eso era lo que quería hacer toda mi vida”.

Bellon ha pasado toda su vida en la radio musical. Programas como “Flashback” y “Surcos del Pop” marcaron a una generación de colombianos, que lo escuchaban en Radio 15, Todelar Estéreo, la Superestación (que ayudó a fundar), Caracol Estéreo y su sucesora, La W. También presentó conciertos por televisión, tuvo una columna semanal de música en El Tiempo y tres libros: “The Beatles, la historia”, publicado en el 2003; “El ABC del Rock”, del 2007, y “Surcos del Pop”, lanzado en la Feria del Libro de 2011. Y esa afición a la música ha llegado a su casa, con su esposa Claudia y sus hijas Jennifer y Jessica. “Ellas son más de un tipo de música punk”, dice Bellon, quien cree que esto se debe a que era el estilo de moda durante su adolescencia. “Es algo normal; así como mis favoritos son los sonidos de los 60, los de ellas son los de los 80. Pero de todos modos discutimos de música nueva, a veces, bandas como The Mills o The Black Cat Bone en lo colombiano que me parecen estupendas”, dice.

Al recordar sus años en las emisoras juveniles, Manolo considera que la radio musical ha cambiado, tal vez para mal. “Antes uno tenía casi absoluta libertad para poder poner música dentro de la emisora, según sus parámetros de programación”, recuerda. “Ahora, la radio no parece estar buscando calidad, sino sintonía, y eso implica, al final de cuentas, facturación. Antes la radio se definía por qué música era de buen gusto, qué tenía de estilo. Hoy día, parece que la gente dice ‘hagamos esto, porque esto se vende’, y eso es algo que a mí me choca”, dice. Esa opinión de una radio comercializada es compartida por Gustavo Gómez. “Es cierto que la radio es comercial, pero creo que debería estar abierta a un espectro más grande en términos de música", dice. 

Su trabajo musical también introdujo a miles de sus oyentes a Los Beatles. Entre 1999 y 2001, “Flashback” hizo 99 especiales sobre los Fab Four en Caracol Estéreo, los cuales condujeron a qué Manolo ganara un disco de oro por las ventas del disco de recopilación “The Beatles 1”, en 2002, sin haber colaborado en su grabación. “Cada vez que se acercaba un aniversario de la muerte de John Lennon, Surcos del Pop se convertía en un programa de Los Beatles”, recuerda Julio César Guzmán, editor de cultura de El Tiempo. “Eran días y días alrededor del 8 de diciembre dedicados a Los Beatles, a John Lennon, a Paul McCartney”. Y todo ese fanatismo hizo que, cuando se anunció que el concierto de Paul McCartney sería transmitido por Canal Capital, se diera por sentado que la transmisión sería presentada por él.

Terminado el concierto, Manolo regresó a lo que lo ocupa hoy día: la escuela de música que lleva su nombre, una casa enorme en el barrio de La Soledad. Fundada junto a la docente de música y amiga personal de Bellon Martha Ríos, esta escuela da educación tanto en música académica como en ritmos contemporáneos. “Los llamamos así porque no trabajamos con ritmos populares, como salsa, vallenato o música folclórica”, aclara Bellon. Si bien en el momento la escuela atiende a 22 estudiantes que pagan $300000 mensuales para aprender la ejecución de instrumentos, la idea de la escuela es montar una fundación, para permitir que personas de escasos recursos puedan acceder a sus servicios. “La música es una forma de enseñarle muchas cosas buenas a niños y jóvenes”, afirma, “y eso los ayudará a ellos, sea que se conviertan en músicos profesionales o se dediquen a otra cosa”. El principal problema que limita a la fundación es la falta de recursos, por algo que él considera “falta de una cultura de donaciones en Colombia”. Manolo espera conseguir estos recursos mediante donaciones en el extranjero. 

Esta es una labor muy poco conocida de Manolo, casi tanto como su escuela, indistinguible de otras casas del barrio excepto por un letrero que hace poco fue cambiado, precisamente para hacerla más visible. Pero Manolo no se desanima. Sigue golpeando puertas en entidades públicas y privadas, mezcla su labor en la escuela con Surcos del Pop, ahora por Internet, y sigue manteniéndose actualizado en la escena musical, colombiana e internacional. “Esto de la fundación es también mi reconocimiento a la música”, dice, “ella me dio mucho a mí y yo quiero que otras personas reciban lo mismo que me dio la música a mí”. Manolo Bellon no sólo está libre, sino que sigue dando al público todo lo que la música le dio desde aquel día que se paró por primera vez frente a un micrófono en Radio 15.

lunes, 2 de julio de 2012

Ola verde y el 132: las redes sociales no son políticamente representativas

Mientras escribo este post, Enrique Peña Nieto está celebrando su victoria en las elecciones para presidente de México, que ocurrieron el domingo. Si bien la elección, a las 12 de la noche del lunes 2 de julio de 2012 hora colombiana, no está confirmada, los sondeos a boca de urna y los primeros boletines dan como ganador al candidato del PRI por delante de Andrés Manuel López Obrador, de izquierda, y Josefina Vásquez, del PAN.

Esto viene como una sorpresa para muchos analistas, que consideraban fortalecida la oposición a Peña Nieto por movimientos como el Yo soy 132, surgido en las redes sociales luego de una declaración del exgobernador del estado de México en la Universidad Iberoamericana, el pasado mayo; esta provocó la respuesta de 131 estudiantes de todas las universidades en Youtube y una invitación a que los jóvenes se convirtieran en el 132. Y así sucedió. Miles de usuarios de redes sociales se reunieron alrededor de esta campaña, que fue en un principio demeritada por los medios mexicanos, como una forma de expresar su opinión a Peña Nieto, aunque no exactamente su apoyo a López Obrador o a Vásquez.

 Varias marchas multitudinarias, conciertos, la aparición de una camiseta gigante en un partido de la selección mexicana en el Azteca (con una serie de conflictos entre los del 132 y los que apoyan a Peña Nieto) le dieron seriedad al movimiento. Incluso los estudiantes fueron capaces de crear debates que fueron llevados a la televisión tanto por Televisa como por TVAzteca, y esto hizo que gran cantidad de analistas dentro y fuera de México consideraran la posibilidad de una derrota priista, cosa que finalmente no ocurrió.

Esto tiene cierta similitud con la Ola Verde, sucedida en Colombia durante las elecciones de mayo de 2010. De forma inesperada gran cantidad de usuarios de Facebook y Twitter se reunieron alrededor de Antanas Mockus, luego que este ganara la candidatura presidencial por el Partido Verde, y lo catapultaron a un segundo lugar en la primera vuelta de las elecciones, detrás del uribista Juan Manuel Santos. En el mes de campaña entre primera y segunda vueltas, la fuerza electoral de Santos (había prácticamente doblado a Mockus, con un 40% de los votos) se vio aparentemente debilitada por las acciones más marcadas y comunes de los jóvenes pro-Mockus, pero a la hora de la elección se vio la verdad: el candidato de la U sacó el 60% de los votos contra el 33% del candidato verde.

¿Para qué esta clase de historia reciente? Para analizar las derrotas de ambos candidatos, a pesar de la avasalladora victoria en redes sociales. El tema es simple: las redes sociales y específicamente Twitter, la más común para este tipo de representaciones políticas, no representan a la comunidad en pleno.  Eso debería ser evidente, pero no lo es para múltiples personas, entre las que se cuentan analistas de medios, periodistas e incluso los mismos activistas de las redes sociales.

Es fácil sobreestimar esta situación. La visión común de los jóvenes en política es que son poco comprometidos o que simplemente no les interesa la política. Entonces, cuando algo los activa (por decir algo, la oposición a un candidato), se sobreestima esta situación y se cometen errores de cálculo sumamente graves a la hora de predecir los resultados de una elección, puesto que implican sobreestimar el poder de la red social y terminan influyendo en la misma forma de hacer política. Para la muestra, estoy convencido que tanto Álvaro Uribe como Gustavo Petro no hubieran usado de forma tan intensiva Twitter de no ser por la ola verde.

Porque la verdad, los usuarios promedio de Twitter no son como el común de la población. Son en su mayoría jóvenes adultos, con un nivel de educación mayor al promedio y altamente informados. Y sobre todo, son capaces de ver algo más que lo que los medios tradicionales les alimentan. Pero una comunidad de unos 300 mil twitteros a lo largo de Colombia, si bien valiosa, no hace tanto impacto como los millones de personas que sólo se informan por las noticias de Caracol y RCN.

Y así mismo, esta comunidad (y su proporción similar en México) no es representativa de lo que piensa la mayoría de la población. Los twitteros bogotanos son capaces de echar la madre a Petro por miles de razones, pero el bogotano promedio la echa por dos: trancones y robos. Y la mayoría de twitteros colombianos votó por Mockus porque le gustaban legítimamente sus propuestas: los colombianos promedio, en su mayoría, votaron por Santos porque era la continuidad de los ocho años "exitosos" de Uribe (lo que se ha descubierto desde entonces no cuenta en este análisis).

Tal vez la primera vez en la que ocurrió esto fue en 1968, en las elecciones presidenciales de Estados Unidos. La importante fuerza mediática que era en ese momento los jóvenes manifestantes contra la guerra de Vietnam, así como las comunidades discriminadas que salían a la luz pública (negros, hispanos, LGBT), provocaron que los medios sobreestimaran su importancia. Y también impulsaron que Richard Nixon hiciera campaña mostrando la "mayoría silenciosa": la masa de personas de clase media y baja que no sale nunca en los medios, pero que es mayoritaria entre los votantes. Esa mayoría silenciosa le dio sus votos a Nixon.

Y esa misma mayoría silenciosa, sin Twitter pero que es mayoría, fue la que votó por Santos en 2010, y por Peña Nieto ayer. En ese sentido, el hecho de contar con una herramienta nueva para jugar ha traicionado a muchos analistas, tal como traicionó a los medios estadounidenses en 1968. Cabe esperar que los medios aprendan de esto para darle la relevancia que amerita la comunidad virtual: son movimientos que efectivamente representan comunidades con serias críticas a ciertos modelos, pero no van a dominar la política per se. La importancia de la mayoría silenciosa sigue siendo vital, y por tanto es altamente probable que sea más redituable para un político apoyar primero los problemas de la mayoría silenciosa que los de la escandalosa comunidad virtual.

martes, 26 de junio de 2012

SITP: lo que perderemos

Aparentemente, el 30 de junio arranca el Sistema Integrado de Transporte Público. Originalmente, según el alcalde Petro, arrancará a operar únicamente en las localidades de Engativá y Fontibón, donde de hecho ya este servidor ha visto buses verdes (los alimentadores del Portal de la 26) y azules (los nuevos buses "padrones" de rutas largas, que son básicamente iguales a las busetas del Sistema Express) rodando en pruebas. También arranca la troncal de la 26 una ruta que va a llevar a la gente de la 26 con Cali a la Avenida Jiménez con una parada no más.

Pero esto es un post conmemorativo.  La Floresta de varia estulticia, sitio acostumbrado a tomar buses, decide conmemorar lo que esta ciudad va a perder, una cantidad de cosas que hacen parte del núcleo de Bogotá, cuando el SITP entre totalmente en vigencia. La pérdida del "sistema" de buses, busetas y colectivos va a perder otras muchas cosas, a saber:

- Los desempleados que "se ganan un sustento diario trabajando " vendiendo dulces y golosinas "a 200, para su mayor economía 3 en 500 o 6 en 1000".
- El "pato" en el compartimiento del conductor.
- Cuando no hay "pato", el conductor que le abre la puerta a la vieja bonita para que se suba en el compartimiento, mientras atrás se apretujan 50 personas en un vehículo diseñado para 19.
- El calibrador gritando desde la esquina "a 6 del Piter Albeiro, 4 de la Coceves y 3 de la Tibabuyes".
- Radio Uno, Candela y Olímpica como parte de los buses.
- Los diseños con aerógrafo en los paneles de las busetas, incluidas placas, nombres de empresas, dragones, escudos de equipos y etcétera.
- Las busetas bocadillo, las verdes viejas que pueden tener motores de Hino o NPR, pero cuyos chasises y carrocerías llevan rodando desde el 75 o antes.
- Las sillas de ciertopelo con respaldo que de pronto fue ergonómico cuando la buseta era nueva, pero que hoy día está totalmente apachurrado o con mil resortes salidos.
- El olorcito a aceite quemado, asbesto quemado o cebolla quemada que despiden muchos buses.
- Rutas como la Muzú (97 de Comnalmicros, Muzú - Villa Gladys), la UDCA - Bima (hay tres) o esa kilométrica que conocí alguna vez, entre la clínica Corpas y Santa Librada por las avenidas Cali, Villavicencio y Boyacá.
- El "me lleva a 1000?" y la metida por la puerta de atrás, o con salto de registradora.


Pero me parece que habrá cosas que no van a cambiar. El sobrecupo, por ejemplo, se va a mantener igual o peor, tanto en Transmilenios como en alimentadores, "padrones" y buseticas alimentadoras. La inseguridad no va a ser tan evidente, pero el chalequeo en los puntos de intercambio entre rutas (como los puentes de las estaciones de TM o los cruces entre avenidas importantes) se va a multiplicar. El costo va a aumentar, muy probablemente, sobre todo para las familias que viven más lejos y que ahora requerirán dos buses cuando antes sólo necesitaban uno. La congestión en las vías, probablemente, no vaya a disminuir excepto en la Carrera 10, porque los trancones no son cuestión de 17000 buses sino de más de un millón de particulares. Por ese mismo motivo el efecto en la contaminación no va a ser tan notorio. Y muchas de esas cosas que nos venden con el Sistema Integrado de Transporte Público no van a ser tal como las vendió, en particular si consideramos que los contratos se hicieron durante la alcaldía del ladrón de Samuel Moreno.

En fin. Habrá cosas que ganemos, tal vez, con el SITP. Pero habrá también cosas que perdamos, y que probablemente no echemos de menos sino hasta que nos montemos en un aséptico bus azul o morado para mamarnos una hora de trancón, sin siquiera escuchar el pito de Radio Uno o la Fórmula Cinco de Candela (cin-comerciales).

miércoles, 13 de junio de 2012

Pico impar: modificaciones al Pico y Placa en Bogotá

Como cada vez que se modifica el Pico y Placa, hay problemas. Una ciudad que está dedicada a comprar carros a diestra y siniestra donde literalmente ya no caben es una ciudad en la que tienen que darse medidas de choque para poder solucionar sus problemas crónicos de movilidad (los trancones vienen, por lo menos, desde los 80). La más reciente modificación al sistema de pico y placa, presentada ayer por el alcalde Petro, modifica el diseño original de Peñalosa haciendo que ya no sean dos días fijos a la semana los que se toman como base para la restricción, sino un número irregular determinado por la última cifra de la placa del carro. Los días pares, no podrán circular de 6 am a 8:30 y de 3 pm a 7:30 los autos cuya última cifra sea par. Los días impares, sucederá lo mismo con los autos impares.

Traducción: mire la placa de su carro. Si hoy, miércoles 13, le toca Pico y Placa, quiere decir que le  vuelve a tocar el viernes, y el próximo martes, y el jueves.

La segunda parte de la novedad con el Pico y Placa está en el tema de partir un área (en las localidades de San Cristóbal Sur, Uribe Uribe, Tunjuelito, Ciudad Bolívar y Usme) en la cual no aplicará la restricción. Esto implica un área ubicada en general al sur de la Avenida 1 de Mayo y la Autopista Sur, en la que no habrá Pico y Placa. El motivo es sencillo: la cantidad de autos en esas zonas (exceptuando la Autopista Sur) es escasa y permite que se pueda andar tranquilamente sin necesidad de tener la medida funcionando.

Por supuesto, el cambio de Pico y Placa viene con un sinnúmero de problemas a nivel local. Primero, educar a una población acostumbrada a andar sin el carro dos días fijos a ajustarse a restricciones por 10 u 11 días al mes. Así mismo, la gente que tenía dos vehículos para poder hacerle el quite a la medida va a tener que replantearla, debido a que muchos podrían tener, por decir algo, autos con placas terminadas en 5 y 9. Además, la ventana entre 9 am y 3 pm puede facilitar la vida a esa misma gente, cuando su trabajo o sus ocupaciones requieren moverse. Y finalmente, debe también servir para mirar otros temas estructurales que arman trancón en Bogotá.

Por ejemplo, la innegable falta de vías. La Avenida Longitudinal de Occidente no es la única vía de Bogotá que necesita construirse: falta una avenida transversal entre la 134 y la 153, por ejemplo. O una entrada al sector de Nogal - Andino - Virrey desde el norte que no implique ir hasta la calle 82. O el puente vehicular en la 26 con 60, en Gran Estación, que los vecinos de Salitre no quisieron construir por "el ruido del tráfico", el cual está represado en la 68 o en la 50. O un simplón doble carril en la Circunvalar con Parque Nacional, sobre todo como preparación para las obras de lo que vayan a hacer en la Séptima. O arreglar el maldito hueco de la 98 con 11.

Esos son tres casos sueltos que se me ocurren. Podrían tomarse muchos más, así como mirar la dependencia de esta ciudad en un automóvil particular; sobre todo con el SITP listo para entrar a funcionar. La gente dice que compra carro porque no se aguanta los taxis, ni los buses ni los Transmilenios. ¿Entonces? ¿Quieren trancón? Un busetón como los que se usan en esta ciudad ocupa el espacio de dos autos particulares, contamina lo que tres, pero lleva 30 personas sentadas y 20 de pie. Un TM lleva 160 personas, mal, pero rápido. ¿No será mejor hora de dejar de pensar únicamente en tener mi carro para poder poner a todo volumen Soda Stereo durante el trancón?

Y aún mejor, ¿no es hora de dejar de pelear por todo a la loca? Acá la pelea se volvió de un carácter totalmente politizado: si Petro cambia el Pico y Placa, es porque va a poner tres días a la semana, aún cuando eso está por verse. Si se quitan horas, es porque quiere que el trancón sea a toda hora (¿no que la restricción era tres días a la semana?). Si quita Pico y Placa al sur de la Autopista Sur, es porque está partiendo la ciudad e incentivando la lucha de clases, compañeros. Y así.

Hay que ver cómo funcionan las cosas. Modificar el Pico y Placa va a alterar el tráfico, seguro, y también muchas costumbres del bogotano común. Pero criticar porque sí no colabora a mejorar la ciudad. Y si estamos más pendientes de ganar nuestras peleas, que como diría Séneca, son "tan mezquinas como las de cualquier otro hombre", que de la mejora de la ciudad... apague y vámonos. A Puerto Gaitán, puede ser. Ahí Pacific Rubiales necesita trabajadores.

viernes, 11 de mayo de 2012

Lágrimas en el paraíso

"Qué te pasa?"


Al fin estaba con la mujer más hermosa del mundo. La mujer de la que había estado enamorado desde la primera vez que la vi, en la inducción a la universidad. Aquella de la cual estuve detrás durante un buen tiempo, aunque la cosa era un poco difícil porque ella estudiaba Economía y yo Finanzas. Ella, con la que casi nunca pude cruzar palabra cuando estudiábamos porque no tenía la valentía para hacerlo. En fin, ella.

Aunque nos habíamos añadido a Facebook como cualquier persona lo hacía entonces, no era que habláramos mucho. Debo reconocerlo, ella me encantaba y más de una vez me masturbé a su honor, sobre todo cuando puso fotos de sus vacaciones en San Andrés. Hasta un día en el que ya no recuerdo qué dijo, yo comenté todo lo contrario en su post, ella se puso en el chat para abrir la discusión. Y ahí entré a conocerla mejor, a ver que era brillante además de hermosa. Que de puertas para afuera, ella tenía todo para ser la mujer perfecta.

Pero ella tenía graves problemas personales, de puertas para adentro. Se había mudado con su novio de toda la carrera a Medellín. Pero él empezó a tener un cuento con una compañera de su trabajo. Ella no lo supo hasta que alguien le pasó fotos de la pareja en Isla Margarita. Ese día estaba destrozada, y yo en algo la consolé por el chat de Facebook. Ahí me convertí en su confidente, y empezamos a hablar mucho más seguido, primero por Facebook, luego Messenger, Twitter, PIN de Blackberry, Skype, teléfono.

Hasta esa noche. Ella había viajado a Bogotá por una capacitación, y me dijo que quería que saliéramos. Yo estaba pasando hojas de vida luego de un trabajo breve, obviamente sin un peso, así que le respondí que si quería, viniera a mi casa y yo le cocinaba algo. Ella aceptó, y acá estábamos. No había mucho que decir, así que comimos los espaguetis que le preparé, y le dije si quería ver una película. Aunque tampoco la vimos mucho, nos quedamos un buen rato ahí, callados, en el sofá del apartamento, yo consintiéndola. Pero otra vez la cobardía me dominó. Quería besarla, pero temía romper el momento.

No sé cuánto tiempo pasó en ese tenso equilibrio. La situación era perfecta: no nos habíamos tomado ni un trago, mi roommate no iba a llegar ese día, estaba todo hecho para una noche salvaje de sexo como las que había soñado viendo sus fotos de vacaciones en San Andrés. Pero no podía, sólo pude besarla pero al intentar desabotonarle la camisa, la película acabó, y mi computador reprodujo una canción que tal vez simboliza todo lo que me pasó esa noche...


Tal vez ese fue el problema. La noche era demasiado perfecta, y por eso mi cobardía me dominó. Tal vez lo que no quería romper era ella, no pertenecía al paraíso. La mujer más hermosa del mundo. El saber que nunca la podría volver a tener. Y sólo cuando caí en cuenta de eso dejé de lastimarme. Porque me di cuenta que cerrando esa puerta, no habría más lágrimas en el paraíso.

jueves, 3 de mayo de 2012

Escribiendo la ficción

...y el sol asomó en el horizonte, con el último suspiro del conde de Freichstag.

FIN.

¿Cómo que "fin"?

Qué pasa? Quién me está hablando?

Soy yo, tu personaje. Por qué me dices que "fin"?

Pues, porque se acabó tu historia. Ya hiciste lo que tenías que hacer: ganaste. ¿No estás contento?

Es posible, pero de todos modos quiero saber qué pasa conmigo después de esto. Maté al conde de Freichstag, y luego ¿qué?

No lo sé, no es mi...

¿Cómo que no lo sabes? Tú sabías qué demonios era lo que me iba a pasar al encontrarme con el conde. ¿Ahora me vas a decir que no sabes qué va a pasar conmigo? ¿Tú, que incluso hiciste que fuera quien soy?

Bueno, sí, pero tampoco te...

Entonces, ¿qué va a pasar conmigo? Responde!

A ver... yo sólo sé que tú mataste al odiado conde de Freichstag. Luego me imagino que serás un héroe. Un héroe con celebraciones, desfiles, fiestas, pondrán tu nombre a una calle, te harán estatuas...

Eso es muy bonito, pero no me satisface. Eso es lo que hará el resto del mundo conmigo. Yo sólo quiero saber si voy a vivir bien, si voy a tener una esposa, hijos, o algo.

¿Y cómo quieres que lo sepa? ¡Ni siquiera sé qué voy a hacer yo mismo!

Entonces... tú tampoco lo sabes.

Tampoco... ¿Tampoco qué?

Tú no sabes qué va a pasar contigo, tampoco. Tu escritor debe ser pésimo, también.

¿Mi escritor?

Sí. Tú debes ser así porque te están escribiendo mal. Por eso no sabes tu final. Porque tu propio escritor no te lo ha designado.

A mí nadie me está designando nada. Yo soy libre de hacer lo que quiera.

¿Seguro?

Por sup

(N. del C. de R.: Por supuesto que no.)

Oh, Dios...  

martes, 17 de abril de 2012

En Cartagena me quedo (de putas)

¿Qué quedó de la Cumbre de las Américas en Cartagena? Un burro en Turbaco que debía quedar en Washington, la libertad de Ublime, un Juan Valdez junto a la Torre del Reloj... y un escándalo de prostitución que involucra al Servicio Secreto de Estados Unidos. El escándalo no es propiamente porque los agentes del Servicio Secreto de la Presidencia de Estados Unidos se hayan ido de putas, como bien chambonamente lo dijo Pascual Gaviria en La Luciérnaga, sino porque es el Servicio Secreto, es decir, la seguridad del presidente Obama. Más si estamos hablando de un viaje internacional con muchos delegados, 30 jefes de estado, y en una ciudad como Cartagena.

Ese es el quid del asunto para los gringos. ¿Qué se puede esperar de la seguridad de la presidencia, si deja de cumplir su labor para armar tremenda parranda con 21 mujeres en un hotel? Por supuesto, también explotó la derecha goda gringa, moralista y pacata, porque muchos de estos agentes son casados; y también explotó la derecha goda gringa, tacaña y enemiga del gasto público, porque estos agentes reciben sueldos altos que no están gastando para generar empleo en la prostitución de los Estados Unidos, sino en la economía colombiana. (?)

Ahora, el escándalo en Colombia parece ser porque se descubrió lo que todo el mundo sabía en Cartagena: el turismo sexual está vigente. No sólo el turismo de menores, que ha sido atacado por la alcaldesa pasada, Maríamulata, sino el de mayores que lo hacen de forma consentida y con todo el ánimo del mundo. Y que no es un problema exclusivo de Cartagena, pues muchos que se rasgan las vestiduras se hacen los pendejos con los burdeles en Bogotá entera, por ejemplo.

Por supuesto, el turismo sexual en Cartagena es una forma que mucha de la población de la ciudad tiene para sobrevivir, y no me refiero únicamente a las prostitutas. Taxistas, meseros de bares, camareros de hoteles, y otras personas que también reciben su comisión por promocionar un burdel específico, o el servicio de una "prepago" precisa. Es más, a mí no me sorprendería que muchos de los vendedores ambulantes que fueron desterrados del Centro Histórico por una semana, lo hubieran sido porque ofrecían chicle, maní, tinto, caramelo y chicas.

Esa  demuestra otro factor crucial en Cartagena, que las torres de Bocagrande y las obras en el Centro Histórico se empeñan en ocultar: la ciudad oculta, la gran cantidad de cartageneros que viven en la pobreza y que fueron olvidados durante la cumbre. Estos cartageneros, a duras penas, se pudieron ver en el camino entre el Aeropuerto y el área turística, y si acaso, cuando algún delegado miraba al Cerro de la Popa. Toda esa ciudad oculta, tal como se esconde el gueto angelino tras el glamour de Hollywood, tenía que salir de alguna u otra forma en esta cumbre. Y lo hizo de la forma más vergonzosa (para los agentes del Servicio Secreto) posible.


En fin. Se supo que el escándalo se destapó porque uno de los miembros del Servicio Secreto no quiso sacar US$200 de los US$110000 que aparentemente ganan estos agentes, para pagarle a la acompañante que lo había acompañado. Esta puso el grito en el cielo (o más exactamente, en la recepción del hotel) y la prensa, ni corta ni perezosa, utilizó su poderosa capacidad de investigación para ir hasta las últimas consecuencias y joderle la vida hasta el fondo a los agentes, las prostitutas, el hotel y Cartagena. Si esto es cierto, sería el colmo que la Cumbre de las Américas no hubiera dejado nada a Colombia: ni siquiera la remuneración a las prostitutas que sirvieron a la comitiva de Obama.

miércoles, 11 de abril de 2012

Un análisis del entramado de la Ley Lleras 2

Así Germán Vargas Lleras se haya pasado la mañana escribiendo que lo que se aprobó ayer como proyecto 201 de 2012 no es la resurrección de la Ley Lleras, la ley aprobada quedó conocida así en el imaginario público. Enter ha publicado el texto íntegro del proyecto aprobado ayer en el Senado de la República.

Al grano. La ley actualiza lo relativo a copyright de forma masiva, vigente en la Ley 23 de 1982. Dicha ley, que rige actualmente, se hizo en una época donde la mayor fuente de piratería era grabar un cassette con Duran Duran y The Clash de Caracol Estéreo. Hoy se tiene que adaptar la ley a un mundo de torrents, streamings, blu-rays y consolas. La adaptación se basó en, simplemente, las mismas dinámicas que manejaban las normas de distribución de la Ley 23 del 82.

El lenguaje de la ley es deliberadamente ambiguo. Un ejemplo claro es que utiliza términos técnicos como "fonograma", "fijación" o "derechohabiente", de tal fortuna que mis grabaciones del desfile de inauguración del Festival de Teatro se convierten en fonogramas que tomé sin autorización expresa del Festival de Teatro y, por ende, transmitir dichas grabaciones para un audioslide de la universidad resulta un tema imposible. Así mismo, define "lucro" como "ganancia o provecho que se le saca a algo". Hilando muy fino, si yo me divierto viendo los Simpson, estaría lucrándome de acuerdo al proyecto 201 de 2012.

Aún así, el texto del articulado como tal es bastante más preciso en sus términos. El artículo 16, que es el quid del asunto, determina que habrá penas de prisión entre 4 y 8 años, y sanciones monetarias fuertes, a quienes, entre otras cosas, reproduzcan cualquier cosa con derechos de autor en cualquier medio sin autorización. También, tomo literalmente la ley, a quien "fije, reproduzca o comercialice las representaciones públicas de obras teatrales o musicales" (ejemplo, mi grabación del desfile del FITB), retransmita las señales de televisión (esto queda mucho más claro en el artículo 13), y quien venda, alquile o distribuya de cualquier forma artículos que violen estos artículos. El artículo 17 establece penas para quien intente saltarse las restricciones de derechos de autor, ya sea mediante liberación de las restricciones de DRM o con aparatos electrónicos.

El problema más grave que surge de la ley es que, en el afán de aprobarla para que Santos la firme ante la indiferente mirada de Obama este viernes, la ley quedó con vacíos legales impresionantes. Por ejemplo, automáticamente todos los estudiantes de universidad que sacamos fotocopias o descargamos lecturas de Internet quedamos violando el proyecto de ley 201: la ley 23 de 1982 tenía una salvaguarda para permitir la reproducción de información académica en este contexto. El proyecto quedó sin esta salvaguarda, con lo que las fotocopiadoras de las universidades, tomando al pie de la letra lo que dice la ley, son equivalentes a las bodegas donde se copian los DVD y libros para vender en los semáforos: ambos son centros de distribución de productos sin derechos de autor.

Así mismo, ad pedem literae se encuentra uno conque grabar el concierto de Paul McCartney y subirlo a Youtube porque le dio por dedicarle Something a su traga, puede dar una pena de 8 años y una multa de 1000 salarios minimos legales vigentes. Y aún más: quien represente obras de teatro, musicales o literarias sin contar con autorización expresa del propietario de los derechos de autor, podrá ser acreedor de esta pena, con lo que se pueden ir al carajo todos los profesores de teatro, baile, poesía y literatura del país.

Por supuesto, la anterior es una visión del peor caso. Y me mantengo en mis opiniones expresadas anteriormente: la ley es casi imposible de implementar completamente. Es más: la ley 23 de 1982, que ya lleva 30 años en existencia, no ha podido ser aplicada a plenitud en ningún momento, y eso que sólo se limita a las copias físicas. Para la muestra, basta salir a la calle 78 con carrera 15 y ver cuántos venden películas, libros, CDs y programas piratas en la calle, a plena luz del día y con un CAI al lado.

Aún así, lo peligroso es que el afán de sacar una ley a las carreras, para que nos haga el favor del TLC el presidente Obama (que igual no lo va a hacer antes de noviembre: aprobar un TLC es echarse encima a los sindicatos, fuerte del gobierno demócrata, en año electoral), el país está poniendo en riesgo su capacidad de compartir información. La piratería tiene que ser acabada, es cierto, pero la forma de acabarla no es convirtiendo a todo el mundo en un pirata por falta de capacidad de idearse algo mejor.

Jorge Robledo ya dijo que la ley tiene vicios de forma (como modifica el Código Penal, no podía aprobarse a pupitrazo) y que iba a demandarla ante la Corte Constitucional. Es posible que esa, una leguleyada de la que tanto nos molesta, por una vez en la vida sea para el bien del público, y en particular, del público que no quiere pagar $14000 al mes en Netflix y que pone todos los partidos en streaming porque no se aguanta a los narradores de Caracol Televisión.

Ley Lleras: letra muerta

En la sesión del martes 10 de abril, el Senado de la República aprobó a pupitrazo la nueva ley que pretende regular los problemas de contenido y derechos de autor en Internet, conocida de forma masiva como "Ley Lleras 2". Envuelto entre el paquete de medidas para aprobar el TLC, que está siendo enviado a las carreras para hacer que Santos lo firme en Cartagena ante la mirada aprobatoria de Obama, esa ley mantiene los mismos temores que mantuvo la Ley Lleras 1, a la cual este sitio se opuso en este post. Sobre el TLC en pleno no opino: está más allá de mi alcance.

Aún así, voy a dar una aclaración fuerte que es únicamente mi opinión. Para mí, esa ley Lleras 2 está diseñada para ser letra muerta. La razón para esto se da por una situación que ha sido pasada de largo por la indignación que está provocando la aprobación de estos artículos de la ley. Porque es una norma casi imposible de ejercer, a menos que se cuente con recursos con los que no cuenta este país.

Me explico. Colombia no es un país que se destaque por su justicia. Nada más dos noticias de hoy lo demuestran: primero, un fallo del Consejo de Estado revivió una indemnización aprobada en el gobierno de Samper y en trámite desde el 2004, que haría que el gobierno le deba $1.3 Billones (la B con mayúscula para que se vea) a magistrados regionales, procuradores delegados y fiscales. Por otro lado, que Julio Gómez fue condenado a 5 años de cárcel y una multa de $58 millones por robarse $68000 millones en el carrusel de la contratación.

Por supuesto, estos son sólo dos de los miles de casos que se registran de fallas en el sistema de justicia nacional. Así mismo, se tiene que recordar que en este país los entes de control están sobrecargados de trabajo, que los juzgados tienen millones de procesos represados durante años, y que para colmo, la mayoría de esos procesos son provocadas por negligencias: el 34% de todas las tutelas que se presentan al año en Colombia, por ejemplo, son causadas por temas de salud, es decir, negligencias de EPS.

En estas condiciones, a mí me cuesta creer que un gobierno se va a dar la pela en judicializar a los que piratean programas, señales de televisión o música. No porque esté de acuerdo con la piratería (aunque pirateo: hay cosas que son simplemente imposibles de conseguir de forma legal, como lo representa excelentemente esta caricatura de The Oatmeal), sino por falta de recursos. No me imagino la cantidad de personal, equipo y demás que se necesitará para poder hacer efectiva la visión orwelliana que temen los críticos de esta norma, más con los organismos de control maltrechos de este país.

Esta es una norma que se va a quedar como muchas en el país en eso, norma. En el papel, será una norma que podrá castigar tradiciones locales como poner streaming de los partidos del FPC para quien no tiene DirecTV, descargar porno o comprar libros en la calle. En la práctica, los usuarios individuales probablemente no nos veamos afectados. Tal vez sea mayor el temor al descargar algo, pero no va a cambiar tanto la cultura del colombiano.Y no será la primera vez que las leyes efectivas en el papel se quedan ahí, en el papel.

Adenda. Un administrador de redes conocido mío dio un posible (qué posible, seguro) uso de la nueva ley en la práctica. El uso: persecución política. Y un ejemplo, el caso de Nicolás Castro, famoso por "amenazar" a Tom y Jerry Uribe en Facebook: si a alguien le agarran el computador y no le encuentran nada incriminatorio, fácilmente puede ser detenido igual por tener un capítulo de Los Simpson o un MP3 que bajó para poner de ringtone. Así estamos.

jueves, 8 de marzo de 2012

Reverencias a la irreverencia

Hoy es 8 de marzo, día en el que se conmemora la lucha de miles de mujeres trabajadoras en el mundo para conseguir condiciones de trabajo similares a la de los hombres, lucha que aún hoy está pendiente. Por supuesto, el nombre "Día Internacional de la Mujer" dio para todo, desde conmemoraciones en la órbita comunista que convirtieron el día en una celebración a la mujer patriótica que peleó en la Segunda Guerra Mundial, hasta la conmemoración netamente comercial en donde no falta la vieja que espera que le gasten todo, y para colmo, todo más fino que lo normal. Pero ese, aparte de un saludo a todas las mujeres que son capaces de luchar en un mundo injusto para ellas, y de sacar adelante familias, negocios y países, no es el objetivo de este post.

La razón de este post es muchísimo más mundana. Simplemente, es una crítica - pelea contra la pose de irreverentes que domina hoy día todo lado. Pose que, sin lugar a dudas, ha sido influida por los vendedores de camionetas Duster (?) Martín de Francisco y Santiago Moure, que demostraron la viabilidad de hacer humor por la mañana en la radio, y ahora nos toca aguantarnos los chistes de Candela, Olímpica, Radioactiva, La Mega y prácticamente toda emisora que no sea de noticias. Nunca he puesto Planeta Fútbol en Antena 2, pero estoy seguro que tienen los mismos chistes a bordo.

Por qué? Porque en este país se creyó que la irreverencia es simplemente el humor chocante, la falta de respeto y esas cosas. Se tomó demasiado literal la definición de irreverencia, que es falta de reverencia; entendiendo esta última como el "respeto o veneración que tiene alguien a otra persona" (DRAE, 23a edición). Entonces, como para ser irreverente se tiene que perder dicha veneración, se falta al respeto de estas personas en el proceso. Es así como se convierte el comentario agudo en chiste obvio, la crítica en ofensa, se le pone lo pendejo a la pendejada.

Para la muestra, botones sobran hoy. Por ejemplo, los que toman la voz del Bolillo Gómez para hacer chistes de pésimo gusto relativos a la violencia femenina. O la gente que cree que es directamente ofensivo dedicar Mujeres de Ricardo Arjona, sólo porque es un cliché. O quienes, por rechazar el comercialismo del día de la mujer, lo comparan con el día del contador. O, pasando a rubros menos relacionados a la fecha, los que hacen chistes sobre la edad de Amparo Grisales, irrespetando así los derechos de esa pobre y botúlica anciana.

Porque lo otro es la reverencia que se tiene a dicha pose, situación que los agentes comerciales de Renault (?) Moure y de Francisco habían notado en su tiempo de El Siguiente Programa. Hay gente cuya vida parece girar alrededor de la tendencia a ser siempre chistoso, siempre irreverente, siempre buscando ese humor chocante. Sobre todo en las redes sociales, donde son una subespecie de la diva twittera, también conocida como Twitstar: son el "ácido", "sarcástico" y "crudo" que han devaluado esas tres palabrejas haciéndose los malos y buscando una repulsión que, paradójicamente, atrae gente porque dice "uitz, qué irreverentes". Y así terminan prendiéndole velas a dicha ofensa. Terminan venerando el concepto de la falta de veneración al prójimo, algo tan meta que me queda grande explicarlo más claramente.

En ese punto se vuelve cliché el chiste del Bolillo. Se da por sentado que una emisión de Yo me Llamo va a tener por ocasión número 455 el chiste de Amparo Grisales y el Ron Joven (o Nuevo) de Caldas. Se espera ver el mismo chiste de los tres huevitos en la columna de Daniel Samper Ospina en Semana, si dio la casualidad de ser noticia un uribista. Se repiten los mismos chistes flojos de, y sobre, Za-Za-Zableh. En fin.


El resultado final es una depauperación del concepto final. Sucede lo mismo que con la canción de Arjona: ya no se rechaza el chiste porque no se nota. Se pierde el concepto de la falta de reverencia, y se convierte en un adorno más, efectista y chambón, para conseguir unas risas. Y así pasamos de las genialidades de Klim a la burla barata del sobrino del bojote. La maestría humorística de Martín y Santiago degeneró en los chistes de Hassan y Piter Albeiro. La inspiración, la búsqueda de variantes, se pierde porque todo el mundo prefiere seguir viendo Yo me Llamo y reírse de nuestra antediluviana diva, que ver el talento en Colombia y a su sucesora, la prematuramente envejecida Alejandra Azcárate.

Incluso es probable que usted, querido lector que todavía está acá y no puteando por las contradicciones en que caí, no se haya dado cuenta de ellas. Vuelva a ellas y reflexione. Con la necesidad de mantenerlo a usted entretenido, tuve que caer en lo mismo que critico. Por qué? Simplemente es el camino fácil. La inspiración no me da para ser un Jaime Garzón; tengo que ser un José Ordóñez. Me toca volverme Tinelli para camuflar mi propia imposibilidad de homenajear al Negro Fontanarrosa. Y termino cediendo al cliché  de dedicar Mujeres de Arjona hoy porque sinceramente no se me ocurre qué más dedicar.

Para cerrar, una reflexión que nos lleva a la Grecia helenística. Los filósofos cínicos consideraban que la búsqueda del placer requería, como uno de sus tres pilares, la anaideia, derivada de "an", no, y "aidós", reverencia: irreverencia. Aún así, la anaideia cínica (de la filosofía de los cínicos, no del cinismo) no era burlarse de todo o faltar al respeto: era simplemente seguir los impulsos propios si le place a uno, sin ceder a las convenciones que dicen que, por ejemplo, Arjona es boleta y dedicar Mujeres de Arjona hoy lo hace a uno boleta. Esto, para ellos, era uno de los secretos que conduce a la felicidad: ser uno mismo y no preocuparse por el qué dirán. Ese es mi mejor concepto de irreverencia, la anaideia cínica. Y me acogeré a este.


Feliz día a todas las lectoras de este humilde blog.

jueves, 1 de marzo de 2012

La caminante


- Y ahora nosotros, qué?

Se habían conocido en el periódico. Mónica era una reportera novata, ávida de comerse el mundo pero que tuvo que estrellarse con la realidad: tendría que empezar con los trabajos más desagradables, los cubrimientos que nadie quería cubrir. Guillermo era un fotógrafo veterano, un gran personaje, que había llegado a conseguir premios con sus imágenes, pero que en el periódico realizaba una labor casi docente: el editor lo mandaba con los practicantes y novatos, para darles cancha a ellos con un expertoy hacer que perdieran el miedo escénico.

Mónica era una reportera atractiva. Su marcada delgadez, que no impedía que se le marcaran dos senos redondos en su blusa, hacía que se viera más alta que el 1.70 que medía. También le daba una apariencia delicada, cortada por la fiereza de sus ojos oscuros e inquisitivos y por su largo pelo cobrizo. Y esa fiera mirada la convertía en una mujer echada pa’lante, la novata que menos necesitó de la ayuda de Guillermo para lanzarse a preguntar, a veces demasiado incisiva, pero siempre precisa.

Y por eso mismo, él quedó atraído por la recién llegada. Un día que iban a cubrir un feo incidente en Paloquemao, Guillermo se lanzó a la loca a decirle que se tomaran una cerveza al salir del trabajo. Ella aceptó, aunque con alguna reticencia. Total, si algo se devolverían temprano y no pasó nada, se dijo. 

Esa salida hizo que Mónica se sintiera atraída por el maduro fotógrafo, con un humor excelente y capaz de salpicar su conversación con todo tipo de anécdotas laborales y personales. Las horas pasaron y las anécdotas se convirtieron en infidencias, las cervezas en aguardientes, las infidencias en confesiones y en besos, y finalmente se llevaron al borde de la borrachera el carro del periódico, tomaron rumbo a Chapinero y se desviaron atraídos por las luces de neón.

Mónica no estaba segura de qué pasaba. Se habían besado como si nada tras el primer trago de aguardiente, pero de un momento a otro la lujuria se los llevaba puestos. Y los besos se prolongaban, se acompañaban con caricias y toques; cuando Guillermo le propuso ir a un motel, ella aceptó de inmediato. Se manosearon hasta el alma en el ascensor, pero al llegar él la sirvió como un banquete; la desvistió con calma, repasando lentamente cada centímetro de su piel, primero con las manos, luego con la lengua; la masajeó cuidadosamente, tuvo tiempo de catar generosamente sus salsas y finalmente procedió a comer el plato caliente; con gran esmero disfrutó cada mordisco, cada gemido y cada contracción. Mónica se sentía en el paraíso, e incluso le dio la oportunidad de recibir una segunda porción.

Guillermo, con una resaca ligera por el aguardiente y agotado por la falta de sueño, se levantó a fumarse un cigarrillo. Mónica, con la piel de gallina por lo que acababa de suceder, lo vio en la contraluz tenue del amanecer. Ya no era el compañero de trabajo que se sentía casi paternal cuando la aconsejaba en los cubrimientos, ni el brillante periodista lleno de historias con una frase ingeniosa para cada situación: era un tipo con cierta barriga de más de 40 años que tiraba muy bien, sí, pero que podía ser fácilmente su padre. Se sintió vulnerable y vulnerada.
 
- Y ahora nosotros, qué? - dijo dubitativa mientras su pareja se ponía los calzoncillos.
- No lo sé - respondió Guillermo. - Sólo sé que en el periódico no pueden enterarse.
- Claro, las relaciones entre empleados.
- No. Si se enteran, mi esposa me mataría.

Esa misma tarde, Mónica presentó su renuncia al periódico y compró un tiquete aéreo. Con las credenciales que tenía, estaba segura que iba a conseguir un excelente trabajo en Buenos Aires.


sábado, 25 de febrero de 2012

La huida

La buseta se detuvo un momento. La mañana apenas empezaba a despuntar, envuelta en la densa bruma del bosque que rodea la carretera, lista para ser agarrada. Adentro, la gente dormía el largo viaje que había iniciado antes de ponerse la noche, y los ligeros ronquidos eran interrumpidos por el ronroneo del motor de la buseta, y por un ligero pitido de vez en cuando.



Elisa se despertó al sentir que la buseta se detenía. Ya lo había hecho anteriormente, cada vez que paraba. Su hijo, plácidamente dormido contra su pecho para que no le afectara el frío cruce del páramo, no compartía sus temores. ¿Qué sería? ¿Alguien se iba a subir? ¿Pasaría lo mismo que cuando estaban llegando al Espinal, que casi la mata el Ejército de un susto? Ella se tranquilizó cuando el bus volvió a echar a andar y no se subió nadie. Habían simplemente pasado un peaje.

En el viaje, prácticamente no había podido dormir desde que salieron muy temprano, el día anterior, de la vereda rumbo a la cabecera de Planadas. Normalmente, bajaba al pueblo por ahí tres veces al año, para comprar ciertas cosas que la vereda no tenía. Era normal que los parara la guerrilla en un retén, ya estaban acostumbrados a esa rutina: subirse a la chiva o el campero, mirar qué había, decir que no hablaran mucho en el pueblo con la policía, irse. A veces les daban leche, una fruta o algo que llevaran. Las dos chivas y los tres Jeeps eran conocidos de los milicianos.

Pero hacía un mes habían matado al líder del frente en una operación militar. El nuevo cabecilla era un tipo duro, que alguna vez había intentado matar a Elisa porque no se quiso acostar con él, antes de casarse con el hijo del tendero. De eso hacía dos años, y el niño de pecho que dormitaba sin inmutarse por el hedor que comenzaba a dominar el ambiente mientras el bus bajaba traqueteando la montaña, fue el resultado de esa unión. Hasta anteayer.

Unos muchachos desconocidos, de unos 15 años, entraron a la finquita que tenían ellos, y acusaron al hijo del tendero de ser un colaborador con el Ejército. ¿Por qué? No le dijeron. Los muchachos venían con una orden del nuevo líder del frente de matarlo, pero sin dispararle. Usted vale muy poco para gastarle una bala, le dijeron. Así que lo amarraron a un árbol de mango, lo comenzaron a golpear y a decirle hijueputa, vendido, ladrón. También le dieron unos golpes a Elisa, que tiene algunos moretones en los pómulos y en las piernas. Luego de que se cansaron los pelados de coger a puño al hijo del tendero, lo soltaron. Le dieron 24 horas para irse de la finquita, o los matarían a todos, empezando por el bebé que lloraba en una hamaca.

- Pues si me van a matar, mátenme de una vez, porque ni mi esposa ni mi bebé ni yo les vamos a dar el gusto de irnos - replicó el hijo del tendero, y escupió las botas de uno de los guerrilleros.

"Vendido hijueputaaaa!" le gritó este, sacó un cuchillo de su cinturón y le cortó el cuello de un tajo. Le rompió rápidamente el pantalón y le cortó los testículos, los cuales echó, chorreando sangre, en una bolsa. Se volteó a mirar a Elisa, petrificada por lo que había visto recién, y le dijo "tiene un día para irse, o las huevas del niño van acá. Y sus orejas también."

Al día siguiente cogió el primer campero para Planadas. Se llevó todo el dinero que tenía, dos mudas de ropa y los pañales del niño y le preguntó al del campero que cómo hacía para irse a un lugar lejos, lo más lejos posible. "Vea, vaya a la agencia del Rápido y coja un bus para Ibagué que sale en una hora, y no se baje hasta que llegue al terminal. Ahí en Ibagué pasan buses para todo lado." Cuando paraba el yipao, ella temblaba de miedo porque creía que era un retén de la guerrilla, y que se subirían los muchachos que iban a matar a su hijo.

Y así fue en todo el camino, cuando Elisa se subió al bus de Planadas, cuando se bajó en Ibagué en el terminal y le pidió ayuda al conductor del Rápido, que le dijo "señora, si yo fuera usted me iba a Bogotá, que ahí el gobierno sí le ayuda." Y por eso estaba ahí, sin saber a dónde llegar, en qué trabajar, ni qué hacer cuando se bajara de esa buseta, que entraba por la Autopista Sur en medio del penetrante frío del amanecer en la sabana.


(N. del C. de R.: dedicado a los centenares de miles de colombianos que han tenido que dejar sus casas para salvar sus vidas)

viernes, 17 de febrero de 2012

La música en la cancha

Ha vuelto a la palestra pública la petición de alquilar el Estadio Nemesio Camacho para conciertos. El motivo: Antonio Navarro Wolff, Secretario de Gobierno del Distrito, propuso que se prestara el Campín para conciertos de, entre otros, Paul McCartney, Madonna y Lady Gaga.

Más allá del discutible gusto musical de Navarro, y no propiamente por sir Paul McCartney, la discusión de si prestar el estadio o no se a ha realizado en otras condiciones. Desde las expresadas por Juan Esteban Constaín en su columna de ayer en El Tiempo, hasta las múltiples críticas patentes en las redes sociales por ambos bandos. Los futboleros pelean porque es vulnerar el sagrado recinto donde estrellas como Boyero, Pacho Wittingham y Falucho Silva se han hecho famosos. Los musicólogos responden conque dicho estadio no puede dejarse únicamente para que jueguen los petardos de azul, diciendo que escenarios como el Azteca o el Monumental de River han servido muy bien para recitales y partidos.

Cierto: el Campín puede ser sede de eventos. ¿Pero a qué costo?



Este video muestra el deplorable estado de la cancha del Estadio El Campín el 2 de mayo del 2006, luego que se realizara el Evento 40 el sábado anterior. Como se ve, la cancha del estadio de la 57 estaba hecha un lodazal, debido a la saturación de eventos.

Porque no es sólo que se preste el estadio para que venga Paul McCartney, U2 o Madonna. Con la misma facilidad que una empresa de eventos pide a McCartney para que venga al Campín, otra empresa puede decir exactamente lo mismo para que venga Vicente Fernández, ya que está de gira de despedida. Y otra más hace exactamente la misma petición para que venga la costeñomiamunoespañola Shakira, porque es injusto tenerla en la Plaza de Eventos del Simón Bolívar. Y ooootra empresa solicita alquiler del estadio para que vaya Fergie, Lady Gaga, Juanes, Los de Adentro, Les Luthiers, el Evento 40 otra vez, los de La Mega, un prom, etcétera.

En esos tiempos hasta el 2006, cualquiera que pusiera plata podía usar el estadio para lo que quisiera. Entonces, si usted tenía 5 millones volando, podía ir al IDRD y pedir que por favor le alquilaran por dos horas el estadio para un picao de fútbol 11, entre Contabilidad y Recursos Humanos. Y ese esquema que parece funcionar bien para las canchas sintéticas no funciona en el estadio de la 57, que como todos sabemos, tiene el mismo suelo fangoso que compone a toda la Sabana de Bogotá, muy fértil para la siembra agrícola pero muy malo para soportar grandes pesos. Cosa que no sucede tan mal en cancha de River, con un suelo más rígido, o en el Azteca, que desde el comienzo fue diseñado para esta clase de eventos.

Entonces, es lógico que el IDRD, pensando en que esa cancha de fútbol, porque eso es lo que es (aunque no lo parezca) tiene que mantenerse más o menos bien, y sobre todo si Bogotá es la sede de la Selección y Millonarios va este año a copa internacional, haya decidido restringir el alquiler del estadio. La gramilla no es sagrada porque ahí juegue Mayer Candelo o Gerardo Bedoya: la gramilla es sagrada porque es delicada, y alterarla cuesta. Mucho. Adaptar la grama para que soporte esos pesos también tendría un costo elevado, en un estadio al que se le acaban de meter US$15 millones por las obras del Mundial Sub20.

En últimas, como se sabe a Bogotá le falta un gran centro que cubra la función de la Plaza de Eventos del Simón Bolívar. Un estadio diseñado desde ceros para recibir estos conciertos. No tiene que ser tan grande como el Campín: un estadio como el Red Bull Arena en Nueva Jersey, o el Único de La Plata (sin techo, tampoco es necesario), con capacidad para 30 mil personas para fútbol y deportes atléticos pero para 50 mil en conciertos. ¿Y mientras tanto? Pues que se preste el Campín pero en un cupo limitado, y con un tiempo prudencial para que la cancha se recupere. Se me ocurre en julio, mes muerto para el FPC; dos conciertos con una semana de recuperación entre cada uno, y para partidos también.

jueves, 2 de febrero de 2012

De música ligera

(N. del C. de R.: dedicado a Marcela, porque sé que quiere que Gustavo sea su superhombre)

Como todos los veranos, mucha gente en Argentina abandonó una sofocante Buenos Aires para disfrutar el verano del 82 en los balnearios. Mar del Plata, Pinamar y Punta del Este recibían grandes cantidades de turistas porteños, que descansaban de la misma forma como los bogotanos lo hacemos en Melgar, Cartagena y San Andrés: tomando el sol de día y parrandeando cosa sabrosa por la noche. En ese ambiente, impulsado por gran cantidad de jóvenes universitarios inquietos, que habían oído la música de The Police en cancha de River, era común que algunas bandas aficionadas se reunieran a tocar en los "boliches" de los balnearios, tal como lo hacían en la noche bonaerense.

Dos de ellos eran Gustavo y Héctor. Cada uno tocaba en bandas diferentes, aunque se conocían por haber estudiado juntos publicidad en la Universidad del Salvador. Y se encontraron ellos en Punta del Este, donde tocaba la banda de Héctor, a la que terminaría uniéndose Gustavo dado que su banda había quedado arruinada por una estafa de una dueña de bar. El primer ensayo de esta banda, donde quedarían juntos Gustavo y Héctor, quien se hacía llamar "Zeta", fue el 2 de febrero, y al reiniciar clases en la Argentina, mantuvieron la banda, en un principio con los teclados de otro conocido llamado Andrés Calamaro, quien poco después se retiraría.

Finalmente llegaría Carlos, hijo de un famoso baterista de jazz, intentando invitar a salir a la hermana de Gustavo. Una de las muchas llamadas del intenso Charly fue contestada por Gustavo, quien se enteró en el camino que el pibe (pues era bastante menor a Héctor y él) sabía tocar la batería. A la semana lo vieron tocar y decidieron aceptarlo en su banda nueva, la cual se llamó por un tiempo Los Estereotipos. Aún así, ese nombre no sobreviviría mucho tiempo, y el 19 de diciembre, en el cumpleaños de un amigo, tocaron con su identidad definitiva, basada en la soda de sifón.

Han pasado 30 años desde entonces. Soda Stereo es, tal vez, el grupo argentino más famoso de la historia. Para mí, Canción Animal es el mejor disco de todo el rock en español. Gustavo Cerati, Zeta Bosio y Charly Alberti convirtieron las influencias de The Police, The Cure y Duran Duran en un sonido innovador, atractivo y que ha influido a la música entre el Río Bravo y el Estrecho de Magallanes: su presentación en Viña del Mar en el 87, la gira del Nada Personal, el concierto en la 9 de Julio, el "gracias totales" en el último concierto en cancha de River, el "hasta dentro de 10 años" para cerrar, nuevamente en el Monumental, la gira Me Verás Volver. Siete álbumes, dos EP.

La importancia de Soda Stereo para la música en español se vio en los primeros premios de MTV Latinoamérica. Las primeras leyendas premiadas fueron, justamente, Soda Stereo: su música ha sido una de las principales bases alrededor de las cuales se ha desarrollado el rock latinoamericano. Para la muestra un botón: el rock colombiano en los 80 era casi inexistente. En 1986, la gira Nada Personal pasó por Bogotá y Medellín, y la respuesta fue tal que Fernando Pava y la Superestación se metieron la mano al dril para hacer un gran concierto en El Campín y reunir figuras internacionales. Su nombre, Concierto de Conciertos.

Hoy día, Gustavo Cerati está en coma después de su accidente cardiovascular en Caracas (#fuerzacerati). Zeta y Charly siguen con sus proyectos personales. El "hasta dentro de 10 años" parece cada vez más difícil, pero quedan las historias. Queda la música, ligera para muchos pero con un gran peso en el fondo. Queda su influencia, que va desde la Bersuit hasta Caifanes, desde Ekymosis y Juanes hasta los Bunkers.

Y en estos 30 años de Soda, sólo queda una cosa por decir: gracias a Gustavo, Héctor y Carlos por eso mismo. Gracias totales.

sábado, 28 de enero de 2012

Ay, rojo, no me mates

Ernesto Gamboa intentaba mantener la serenidad pero era incapaz. La ilusión lo dominaba en esa tarde soleada entrando a la tribuna occidental sur del estadio capitalino. Ahí estaba como en el 2005, viendo a su equipo del alma, su rojo, apuntarle a un campeonato. Uno que ya llevaba 37 años siéndole esquivo; los 37 que él había vivido. Hasta su nombre se lo debía al equipo cardenal: su padre, sobrino de uno de los estudiantes del Rosario que un día, departiendo entre los tintos del Café Pasaje, decidieron crear un equipo de fútbol y llamarlo Independiente Santa Fe, le puso dicho nombre porque ese día Ernesto Díaz, ídolo de la afición santafereña, había anotado señor golazo contra Paraguay, en la Copa América. Y él, que consideraba buen augurio que su primogénito hubiera nacido el 20 de julio, le puso el nombre de su ídolo, que tantas veces había hecho celebrar a los hinchas del león.

Porque Ernesto Gamboa heredó de su padre la afición a Santa Fe. Uno de sus primeros recuerdos era en el 78, con tres años: ver a su padre marchar al Campín, a un clásico por el título. Y esa noche verlo entristecido, y él, que no sabía por qué, le preguntó. “Perdimos, hijo, los de Millos ganaron otra estrella”, le dijo su padre. Y él, con su chaqueta roja, abatido, sentado en su poltrona favorita, viendo el televisor sin prenderlo, porque sabía que si lo prendía, ahí estaría otra vez la imagen de Willington Ortiz celebrando el tercer gol, el negro Mina Camacho en el suelo, vencido, los hinchas azules gozando su undécimo título.

Un título, nunca lo había vivido. Aunque estuvo cerca. Cerca estuvo en el 87, cuando ya tenía edad para que su padre lo dejara ir al Campín sin tener que ir con él, e iba con sus amigos del barrio a la tribuna sur porque era la más barata. Y ahí lo vio a Taverna, el increíble delantero cardenal, cobrando pasito un penal, a las manos del arquero de Millonarios. Desde ahí aseguró él que Gacha, el narco dueño de Millos, había sobornado a Taverna. Y nunca nadie le quitaría de encima esa idea.

“Ay, rojo, no me mates”, susurró Ernesto Gamboa al ver cómo salía corriendo el delantero rival, pero su tiro fue desviado por el arquero rojo, un chico de la casa, que había hecho el gol de la victoria en un clásico del semestre anterior. Ya estaba acostumbrado a eso, a ver cómo su ilusión de título era constantemente aplazada por una acción en el último minuto.

El partido definitivo es otra vez contra Millonarios. Como en el 78, como en el 87. Como el primer día del campeonato, cuando el golazo de Omar Pérez no fue suficiente para que Millos no ganara. Como no había podido ser hacía seis meses, cuando incluso los periódicos titularon final bogotana, pero Santafecito no pudo con el Caldas en un partido que no pudo ver porque se suspendió por lluvia y se tuvo que jugar en la mañana, y las gallinas hicieron eco de su apodo botando tres goles de diferencia contra el Junior.

“Ay, rojo, no me mates”, dijo Ernesto Gamboa viendo a Rodas lanzar un tiro flojo que no tuvo ninguna dificultad el arquero embajador en atajar. Esta vez no había Tavernas, pero tampoco había Cousillas al frente. Y además estaba harto de jugadores que, por dárselas de Messi o Cristiano, se creían capaces de hacer cinco amagues frente a la cancha, para que al final el defensor recuperara la pelota y la botara a banda.

Clásicos los había vivido todos. Los dolorosos, como cuando por jugar Libertadores tuvieron que llevar suplentes y Millonarios les pasó por encima. Sobre todo los gloriosos, como cuando celebró y se la montó a sus compañeros azules de universidad por el mítico 7-3 del 92. Él estaba en primer semestre, y se hizo conocido por su fanatismo a Santa Fe. Incluso armó un combo para ir al estadio con otros amigos y compañeros de estudio afiebrados al cardenal, y así fueron a muchos partidos, gritaron goles, lloraron derrotas, y estuvieron en aquella final de la Conmebol que perdieron contra un equipo ignoto argentino de camisa granate, un tal Lanús. Y él, Ernesto Gamboa, que había oído de su padre las maravillas de Cañón y Díaz, que había visto cuando niño a Gottardi y Odine, se hizo fanático de Léider. Y celebró como nunca cuando Léider le metió tres a un Millonarios en quiebra, por haberse dejado comprar por los narcos.

“Ay, rojo, no me mates”, dijo Ernesto Gamboa cuando vio que Bedoya se ganó una tarjeta amarilla más. Bedoya, amarilla ambulante, pero qué gran volante de marca. No como Pimentel, por supuesto; Bedoya se gana las amarillas por jugar fuerte, Pimentel se las ganaba por chambón y tropelero. No son comparables.

 Y Ernesto Gamboa gritó gol. Un ligero dolor en la boca del estómago no le iba a impedir que gritara como loco cuando por fin, Anchico logró recuperar el balón, logró romper con un pase la línea de defensas de Millonarios, y dejó a Cardona para que la pusiera suavecita contra el palo derecho de la tribuna norte. Callados los azules, que llevan ya 24 años sin celebrar. Gritando los rojos que iban a acabar con una sequía de 37. Los 37 que él había vivido, muchos de ellos susurrando como en un rezo, para intentar conjurar la mala suerte, “ay, rojo, no me mates”.

Porque para él había sido duro ser fanático de Santa Fe. Ver por televisión cómo se perdió el título del 2005 en Medellín. Se sintió morir cuando Luis Yánez perdió un contragolpe clarísimo contra el arquero verde, con el partido en ceros, y que en tres minutos le acabaran los sueños. No volver a ir durante un tiempo a los clásicos, porque un día del 2001 fue con chaqueta roja y él, que siempre había parqueado junto al Palacio del Colesterol, casi fue aniquilado por unos vándalos con camisetas azules. Desde ahí empezó a dejar el carro en Galerías, y sólo a ir a occidental donde podía gritar igual, pero no le llegaba el hedor a marihuana de los pelados en sur, que no veían el partido por andar saltando y gritando, que se creían más argentinos que colombianos, y que eran capaces de matar a alguien si lo encontraban con la camiseta de Millonarios.

Poco a poco se estaba acercando el minuto 90. Cada vez era más fuerte el grito de los hinchas cardenales, que veían a su equipo dominar tranquilamente, y al azul intentar sin tino ni precisión. Cada vez era más fuerte el malestar de Ernesto Gamboa en el pecho, y él gritó, de forma tan sorpresiva como el contragolpe del lateral de Millonarios que por poco se le mete a Vargas “ay, rojo, no me mates, que he estado toda la vida esperando para verte campeón”.

Tomó agua y una aspirina que llevaba en el bolsillo, para bajar el dolor. Tres minutos de adición. 20 mil personas de rojo empezaban a gritar “campeón”, mientras las otras 20 mil de azul permanecían resignadas, esperando que se abrieran las puertas del estadio. Ernesto Gamboa sintió que el dolor cedía un poco, tuvo ánimo incluso de pararse, y de gritar él también “campeón, rojo campeón”, y aplaudir.

Pero él no iría a celebrar más. Su corazón, ese que desde que su padre le indujo el amor al equipo de Cañón y Pandolfi estaba reservado únicamente para los cardenales, no lo resistió. Cuando el árbitro central pitó la terminación del encuentro, Ernesto Gamboa quiso saltar pero no pudo. Se desplomó en el suelo, fulminado por un infarto que lo había estado acechando desde que Cardona metiera el gol. Cayó de bruces en la fila de adelante, ignorado entre la turba que lo rodeaba, que se abrazaba y lloraba de la felicidad por ver, en el caso de muchos, por fin a su equipo del alma campeón.

Su corazón, que tantas veces había sentido roto por los goles de último minuto, por los resultados en otros estadios que eliminaban a su equipo de cuadrangulares, por los que preferían hacer 10 amagues y perder el balón a disparar con arquero vencido, por los tiros que se iban a Galerías o el Coliseo, por los que no eran capaces de hacer ni un pase, ese corazón no pudo más cuando Ernesto Gamboa cayó en cuenta que iba a ser campeón. Y caería fulminado, en esa luminosa tarde de junio que empezara con un cielo azul sin nubes blancas, y que ahora se despedía en fulgurantes rojos y naranjas de la Sabana de Bogotá para darle paso a la noche y a las celebraciones cardenales.