viernes, 11 de mayo de 2012

Lágrimas en el paraíso

"Qué te pasa?"


Al fin estaba con la mujer más hermosa del mundo. La mujer de la que había estado enamorado desde la primera vez que la vi, en la inducción a la universidad. Aquella de la cual estuve detrás durante un buen tiempo, aunque la cosa era un poco difícil porque ella estudiaba Economía y yo Finanzas. Ella, con la que casi nunca pude cruzar palabra cuando estudiábamos porque no tenía la valentía para hacerlo. En fin, ella.

Aunque nos habíamos añadido a Facebook como cualquier persona lo hacía entonces, no era que habláramos mucho. Debo reconocerlo, ella me encantaba y más de una vez me masturbé a su honor, sobre todo cuando puso fotos de sus vacaciones en San Andrés. Hasta un día en el que ya no recuerdo qué dijo, yo comenté todo lo contrario en su post, ella se puso en el chat para abrir la discusión. Y ahí entré a conocerla mejor, a ver que era brillante además de hermosa. Que de puertas para afuera, ella tenía todo para ser la mujer perfecta.

Pero ella tenía graves problemas personales, de puertas para adentro. Se había mudado con su novio de toda la carrera a Medellín. Pero él empezó a tener un cuento con una compañera de su trabajo. Ella no lo supo hasta que alguien le pasó fotos de la pareja en Isla Margarita. Ese día estaba destrozada, y yo en algo la consolé por el chat de Facebook. Ahí me convertí en su confidente, y empezamos a hablar mucho más seguido, primero por Facebook, luego Messenger, Twitter, PIN de Blackberry, Skype, teléfono.

Hasta esa noche. Ella había viajado a Bogotá por una capacitación, y me dijo que quería que saliéramos. Yo estaba pasando hojas de vida luego de un trabajo breve, obviamente sin un peso, así que le respondí que si quería, viniera a mi casa y yo le cocinaba algo. Ella aceptó, y acá estábamos. No había mucho que decir, así que comimos los espaguetis que le preparé, y le dije si quería ver una película. Aunque tampoco la vimos mucho, nos quedamos un buen rato ahí, callados, en el sofá del apartamento, yo consintiéndola. Pero otra vez la cobardía me dominó. Quería besarla, pero temía romper el momento.

No sé cuánto tiempo pasó en ese tenso equilibrio. La situación era perfecta: no nos habíamos tomado ni un trago, mi roommate no iba a llegar ese día, estaba todo hecho para una noche salvaje de sexo como las que había soñado viendo sus fotos de vacaciones en San Andrés. Pero no podía, sólo pude besarla pero al intentar desabotonarle la camisa, la película acabó, y mi computador reprodujo una canción que tal vez simboliza todo lo que me pasó esa noche...


Tal vez ese fue el problema. La noche era demasiado perfecta, y por eso mi cobardía me dominó. Tal vez lo que no quería romper era ella, no pertenecía al paraíso. La mujer más hermosa del mundo. El saber que nunca la podría volver a tener. Y sólo cuando caí en cuenta de eso dejé de lastimarme. Porque me di cuenta que cerrando esa puerta, no habría más lágrimas en el paraíso.

jueves, 3 de mayo de 2012

Escribiendo la ficción

...y el sol asomó en el horizonte, con el último suspiro del conde de Freichstag.

FIN.

¿Cómo que "fin"?

Qué pasa? Quién me está hablando?

Soy yo, tu personaje. Por qué me dices que "fin"?

Pues, porque se acabó tu historia. Ya hiciste lo que tenías que hacer: ganaste. ¿No estás contento?

Es posible, pero de todos modos quiero saber qué pasa conmigo después de esto. Maté al conde de Freichstag, y luego ¿qué?

No lo sé, no es mi...

¿Cómo que no lo sabes? Tú sabías qué demonios era lo que me iba a pasar al encontrarme con el conde. ¿Ahora me vas a decir que no sabes qué va a pasar conmigo? ¿Tú, que incluso hiciste que fuera quien soy?

Bueno, sí, pero tampoco te...

Entonces, ¿qué va a pasar conmigo? Responde!

A ver... yo sólo sé que tú mataste al odiado conde de Freichstag. Luego me imagino que serás un héroe. Un héroe con celebraciones, desfiles, fiestas, pondrán tu nombre a una calle, te harán estatuas...

Eso es muy bonito, pero no me satisface. Eso es lo que hará el resto del mundo conmigo. Yo sólo quiero saber si voy a vivir bien, si voy a tener una esposa, hijos, o algo.

¿Y cómo quieres que lo sepa? ¡Ni siquiera sé qué voy a hacer yo mismo!

Entonces... tú tampoco lo sabes.

Tampoco... ¿Tampoco qué?

Tú no sabes qué va a pasar contigo, tampoco. Tu escritor debe ser pésimo, también.

¿Mi escritor?

Sí. Tú debes ser así porque te están escribiendo mal. Por eso no sabes tu final. Porque tu propio escritor no te lo ha designado.

A mí nadie me está designando nada. Yo soy libre de hacer lo que quiera.

¿Seguro?

Por sup

(N. del C. de R.: Por supuesto que no.)

Oh, Dios...