miércoles, 17 de abril de 2013

Hombre con hombre, mujer con mujer

La comunidad LGBTIÑDS (?) colombiana está en una fuerte disputa hoy, miércoles 17 de abril, para intentar conseguir uno de sus mayores anhelos: el matrimonio entre parejas del mismo sexo. Para esto, se ha contado con el apoyo de políticos como Armando Benedetti, Angélica Lozano y otros, quienes han brindado su soporte para que las comunidades no heterosexuales tengan los mismos derechos de las heterosexuales a la hora de demostrar amor entre ellas.

Por supuesto, al frente se encuentran el ex uribista que no hace pactos con el diablo, Roy, y Su Santidad Alexander VII Ordonius. El Procurador con el poder de hacer misas de siglo XV, y el presidente del Congreso, son las puntas de lanza de la oposición al llamado "matrimonio igualitario", que básicamente es la firma de un contrato donde la comunidad LGBTI pueda declararle a un notario que sí, que quieren vivir juntos y quererse por dos años toda la vida.

El principal argumento que Ordonius y Roy esgrimen es que eso es atentar contra la concepción de la familia como una unión de hombre y mujer para tener hijos. Una visión que, a pesar de su contexto bíblico, suena mucho a serie estadounidense de los 60: la visión de familia conservadora es la de un padre trabajador, una madre ama de casa, dos hijos, un perro, un Oldsmobile o Pontiac, una casa en los suburbios y risas pregrabadas. Y esas son las familias que se pueden unir en un contrato a declararle a un sacerdote que sí, que quieren vivir juntos y quererse por tres años toda la vida.

Tal vez la discusión no sea sobre si los homosexuales quieren firmar ese contrato. Tal vez la discusión sea de revaluar la figura del matrimonio civil. Esta columna se pregunta por qué los godos no pelean por la figura del matrimonio civil, puesto que las únicas uniones válidas para la Iglesia Católica son las hechas ante sacerdote. Pero yo voy un poco más allá: ¿para qué llamar matrimonio a esa unión? Que eso sea únicamente en la iglesia. Lo otro merece un nombre nuevo, que en la tradición de pésimos nombres del gobierno Santos, podría ser Contrato Unificado de Naturalización del Amor (CUNA).

Propongo que el CUNA sea el lugar en donde todo lo que no comparta la visión de familia de un sitcom gringo (que diga, la del matrimonio religioso) llegue. ¿Su novia entra a trabajar? Al CUNA. ¿Es usted un descarado y tiene esposa, novia, amante y moza? Todas pueden ser formalizadas en el CUNA. ¿Sufre de problemas de fertilidad? Lo siento, señor, pero el CUNA está para ayudarle. ¿Es usted una mujer muy responsable, que le dio a cada hijo un padre diferente? En el CUNA también somos responsables.Y por supuesto, amigos de la comunidad LGBTI, en el CUNA los van a ayudar.

El catolicismo está en la potestad de decir "no me gusta que los homosexuales se casen", pero estos contratos que llamamos por conveniencia "matrimonio civil" no son de su incumbencia. Son eso, contratos, que en vez de estar benditos por Dios todopoderoso en el altar están benditos por el sello de la Superintendencia de Notariado y Registro. Y como Notariado y Registro depende del gobierno nacional y no de la Santa Sede, el tema es enteramente potestativo de quienes dan la bendición. Aunque con el papa Alexander VII despachando desde la Procuraduría no parezca.

 Adenda. Samuel Moreno se tiró a Bogotá. ¿Por qué la comunidad prefiere culpar a Petro? Si él apoyó a María Emma...