miércoles, 9 de noviembre de 2016

This is the end...

Pongamos de una vez a Jim Morrison.




Mientras escribo esto, los Estados Unidos han votado y eligieron a Donald Trump como presidente. Sí, el tipo bronceado que dijo que se comería a la hija si no fuera la hija, que fue grabado diciendo que podría coger a cualquier mujer por la vagina, que cree que el calentamiento global se lo inventó China, cuya primera promesa de campaña es construir un muro para evitar que se metan los mexicanos (y que lo pague México). Ese hobre es el que va a gobernar el país más poderoso del mundo.

Hay muchos análisis que hacer. Si el miedo hizo que más viejos blancos votaran. Si funcionó la discriminación en las urnas contra negros y latinos. Si los millenials no salieron a votar. Todas las mismas excusas que escuchamos para analizar los resultados del brexit y del No se repetirán.

"No importa lo que ocurra, el sol saldrá mañana", dice Obama, pero es sinceramente aterrador pensar que Trump es presidente. Un tipo sin ideas, sin habilidad, no puede estar al lado del botón. Es básicamente lo mismo que se decía en los 80 de Reagan, con la diferencia que Reagan tuvo algo de experiencia mediante la gobernación de California.

Podemos decir que la gente es estúpida, pero esa no es la solución. La gente es inteligente, o al menos la que yo he conocido: otra cosa es que solo piense en lo que los afecta, llámese "no pagar más IVA a las Farc" o "quitarle trabajos a las fábricas mexicanas para devolverlo a Estados Unidos". El argumento de la idiocracia es tentador, pero simplón.

Ahora solo queda abrazarse, porque es más que probable que un empresario acusado de violaciones presione el botón de la bomba atómica luego de que lo insulta, digamos, Kim Jong-Un. Y que se diga a sí mismo "you're fired".

Por eso tengo miedo...