sábado, 25 de febrero de 2012

La huida

La buseta se detuvo un momento. La mañana apenas empezaba a despuntar, envuelta en la densa bruma del bosque que rodea la carretera, lista para ser agarrada. Adentro, la gente dormía el largo viaje que había iniciado antes de ponerse la noche, y los ligeros ronquidos eran interrumpidos por el ronroneo del motor de la buseta, y por un ligero pitido de vez en cuando.



Elisa se despertó al sentir que la buseta se detenía. Ya lo había hecho anteriormente, cada vez que paraba. Su hijo, plácidamente dormido contra su pecho para que no le afectara el frío cruce del páramo, no compartía sus temores. ¿Qué sería? ¿Alguien se iba a subir? ¿Pasaría lo mismo que cuando estaban llegando al Espinal, que casi la mata el Ejército de un susto? Ella se tranquilizó cuando el bus volvió a echar a andar y no se subió nadie. Habían simplemente pasado un peaje.

En el viaje, prácticamente no había podido dormir desde que salieron muy temprano, el día anterior, de la vereda rumbo a la cabecera de Planadas. Normalmente, bajaba al pueblo por ahí tres veces al año, para comprar ciertas cosas que la vereda no tenía. Era normal que los parara la guerrilla en un retén, ya estaban acostumbrados a esa rutina: subirse a la chiva o el campero, mirar qué había, decir que no hablaran mucho en el pueblo con la policía, irse. A veces les daban leche, una fruta o algo que llevaran. Las dos chivas y los tres Jeeps eran conocidos de los milicianos.

Pero hacía un mes habían matado al líder del frente en una operación militar. El nuevo cabecilla era un tipo duro, que alguna vez había intentado matar a Elisa porque no se quiso acostar con él, antes de casarse con el hijo del tendero. De eso hacía dos años, y el niño de pecho que dormitaba sin inmutarse por el hedor que comenzaba a dominar el ambiente mientras el bus bajaba traqueteando la montaña, fue el resultado de esa unión. Hasta anteayer.

Unos muchachos desconocidos, de unos 15 años, entraron a la finquita que tenían ellos, y acusaron al hijo del tendero de ser un colaborador con el Ejército. ¿Por qué? No le dijeron. Los muchachos venían con una orden del nuevo líder del frente de matarlo, pero sin dispararle. Usted vale muy poco para gastarle una bala, le dijeron. Así que lo amarraron a un árbol de mango, lo comenzaron a golpear y a decirle hijueputa, vendido, ladrón. También le dieron unos golpes a Elisa, que tiene algunos moretones en los pómulos y en las piernas. Luego de que se cansaron los pelados de coger a puño al hijo del tendero, lo soltaron. Le dieron 24 horas para irse de la finquita, o los matarían a todos, empezando por el bebé que lloraba en una hamaca.

- Pues si me van a matar, mátenme de una vez, porque ni mi esposa ni mi bebé ni yo les vamos a dar el gusto de irnos - replicó el hijo del tendero, y escupió las botas de uno de los guerrilleros.

"Vendido hijueputaaaa!" le gritó este, sacó un cuchillo de su cinturón y le cortó el cuello de un tajo. Le rompió rápidamente el pantalón y le cortó los testículos, los cuales echó, chorreando sangre, en una bolsa. Se volteó a mirar a Elisa, petrificada por lo que había visto recién, y le dijo "tiene un día para irse, o las huevas del niño van acá. Y sus orejas también."

Al día siguiente cogió el primer campero para Planadas. Se llevó todo el dinero que tenía, dos mudas de ropa y los pañales del niño y le preguntó al del campero que cómo hacía para irse a un lugar lejos, lo más lejos posible. "Vea, vaya a la agencia del Rápido y coja un bus para Ibagué que sale en una hora, y no se baje hasta que llegue al terminal. Ahí en Ibagué pasan buses para todo lado." Cuando paraba el yipao, ella temblaba de miedo porque creía que era un retén de la guerrilla, y que se subirían los muchachos que iban a matar a su hijo.

Y así fue en todo el camino, cuando Elisa se subió al bus de Planadas, cuando se bajó en Ibagué en el terminal y le pidió ayuda al conductor del Rápido, que le dijo "señora, si yo fuera usted me iba a Bogotá, que ahí el gobierno sí le ayuda." Y por eso estaba ahí, sin saber a dónde llegar, en qué trabajar, ni qué hacer cuando se bajara de esa buseta, que entraba por la Autopista Sur en medio del penetrante frío del amanecer en la sabana.


(N. del C. de R.: dedicado a los centenares de miles de colombianos que han tenido que dejar sus casas para salvar sus vidas)

viernes, 17 de febrero de 2012

La música en la cancha

Ha vuelto a la palestra pública la petición de alquilar el Estadio Nemesio Camacho para conciertos. El motivo: Antonio Navarro Wolff, Secretario de Gobierno del Distrito, propuso que se prestara el Campín para conciertos de, entre otros, Paul McCartney, Madonna y Lady Gaga.

Más allá del discutible gusto musical de Navarro, y no propiamente por sir Paul McCartney, la discusión de si prestar el estadio o no se a ha realizado en otras condiciones. Desde las expresadas por Juan Esteban Constaín en su columna de ayer en El Tiempo, hasta las múltiples críticas patentes en las redes sociales por ambos bandos. Los futboleros pelean porque es vulnerar el sagrado recinto donde estrellas como Boyero, Pacho Wittingham y Falucho Silva se han hecho famosos. Los musicólogos responden conque dicho estadio no puede dejarse únicamente para que jueguen los petardos de azul, diciendo que escenarios como el Azteca o el Monumental de River han servido muy bien para recitales y partidos.

Cierto: el Campín puede ser sede de eventos. ¿Pero a qué costo?



Este video muestra el deplorable estado de la cancha del Estadio El Campín el 2 de mayo del 2006, luego que se realizara el Evento 40 el sábado anterior. Como se ve, la cancha del estadio de la 57 estaba hecha un lodazal, debido a la saturación de eventos.

Porque no es sólo que se preste el estadio para que venga Paul McCartney, U2 o Madonna. Con la misma facilidad que una empresa de eventos pide a McCartney para que venga al Campín, otra empresa puede decir exactamente lo mismo para que venga Vicente Fernández, ya que está de gira de despedida. Y otra más hace exactamente la misma petición para que venga la costeñomiamunoespañola Shakira, porque es injusto tenerla en la Plaza de Eventos del Simón Bolívar. Y ooootra empresa solicita alquiler del estadio para que vaya Fergie, Lady Gaga, Juanes, Los de Adentro, Les Luthiers, el Evento 40 otra vez, los de La Mega, un prom, etcétera.

En esos tiempos hasta el 2006, cualquiera que pusiera plata podía usar el estadio para lo que quisiera. Entonces, si usted tenía 5 millones volando, podía ir al IDRD y pedir que por favor le alquilaran por dos horas el estadio para un picao de fútbol 11, entre Contabilidad y Recursos Humanos. Y ese esquema que parece funcionar bien para las canchas sintéticas no funciona en el estadio de la 57, que como todos sabemos, tiene el mismo suelo fangoso que compone a toda la Sabana de Bogotá, muy fértil para la siembra agrícola pero muy malo para soportar grandes pesos. Cosa que no sucede tan mal en cancha de River, con un suelo más rígido, o en el Azteca, que desde el comienzo fue diseñado para esta clase de eventos.

Entonces, es lógico que el IDRD, pensando en que esa cancha de fútbol, porque eso es lo que es (aunque no lo parezca) tiene que mantenerse más o menos bien, y sobre todo si Bogotá es la sede de la Selección y Millonarios va este año a copa internacional, haya decidido restringir el alquiler del estadio. La gramilla no es sagrada porque ahí juegue Mayer Candelo o Gerardo Bedoya: la gramilla es sagrada porque es delicada, y alterarla cuesta. Mucho. Adaptar la grama para que soporte esos pesos también tendría un costo elevado, en un estadio al que se le acaban de meter US$15 millones por las obras del Mundial Sub20.

En últimas, como se sabe a Bogotá le falta un gran centro que cubra la función de la Plaza de Eventos del Simón Bolívar. Un estadio diseñado desde ceros para recibir estos conciertos. No tiene que ser tan grande como el Campín: un estadio como el Red Bull Arena en Nueva Jersey, o el Único de La Plata (sin techo, tampoco es necesario), con capacidad para 30 mil personas para fútbol y deportes atléticos pero para 50 mil en conciertos. ¿Y mientras tanto? Pues que se preste el Campín pero en un cupo limitado, y con un tiempo prudencial para que la cancha se recupere. Se me ocurre en julio, mes muerto para el FPC; dos conciertos con una semana de recuperación entre cada uno, y para partidos también.

jueves, 2 de febrero de 2012

De música ligera

(N. del C. de R.: dedicado a Marcela, porque sé que quiere que Gustavo sea su superhombre)

Como todos los veranos, mucha gente en Argentina abandonó una sofocante Buenos Aires para disfrutar el verano del 82 en los balnearios. Mar del Plata, Pinamar y Punta del Este recibían grandes cantidades de turistas porteños, que descansaban de la misma forma como los bogotanos lo hacemos en Melgar, Cartagena y San Andrés: tomando el sol de día y parrandeando cosa sabrosa por la noche. En ese ambiente, impulsado por gran cantidad de jóvenes universitarios inquietos, que habían oído la música de The Police en cancha de River, era común que algunas bandas aficionadas se reunieran a tocar en los "boliches" de los balnearios, tal como lo hacían en la noche bonaerense.

Dos de ellos eran Gustavo y Héctor. Cada uno tocaba en bandas diferentes, aunque se conocían por haber estudiado juntos publicidad en la Universidad del Salvador. Y se encontraron ellos en Punta del Este, donde tocaba la banda de Héctor, a la que terminaría uniéndose Gustavo dado que su banda había quedado arruinada por una estafa de una dueña de bar. El primer ensayo de esta banda, donde quedarían juntos Gustavo y Héctor, quien se hacía llamar "Zeta", fue el 2 de febrero, y al reiniciar clases en la Argentina, mantuvieron la banda, en un principio con los teclados de otro conocido llamado Andrés Calamaro, quien poco después se retiraría.

Finalmente llegaría Carlos, hijo de un famoso baterista de jazz, intentando invitar a salir a la hermana de Gustavo. Una de las muchas llamadas del intenso Charly fue contestada por Gustavo, quien se enteró en el camino que el pibe (pues era bastante menor a Héctor y él) sabía tocar la batería. A la semana lo vieron tocar y decidieron aceptarlo en su banda nueva, la cual se llamó por un tiempo Los Estereotipos. Aún así, ese nombre no sobreviviría mucho tiempo, y el 19 de diciembre, en el cumpleaños de un amigo, tocaron con su identidad definitiva, basada en la soda de sifón.

Han pasado 30 años desde entonces. Soda Stereo es, tal vez, el grupo argentino más famoso de la historia. Para mí, Canción Animal es el mejor disco de todo el rock en español. Gustavo Cerati, Zeta Bosio y Charly Alberti convirtieron las influencias de The Police, The Cure y Duran Duran en un sonido innovador, atractivo y que ha influido a la música entre el Río Bravo y el Estrecho de Magallanes: su presentación en Viña del Mar en el 87, la gira del Nada Personal, el concierto en la 9 de Julio, el "gracias totales" en el último concierto en cancha de River, el "hasta dentro de 10 años" para cerrar, nuevamente en el Monumental, la gira Me Verás Volver. Siete álbumes, dos EP.

La importancia de Soda Stereo para la música en español se vio en los primeros premios de MTV Latinoamérica. Las primeras leyendas premiadas fueron, justamente, Soda Stereo: su música ha sido una de las principales bases alrededor de las cuales se ha desarrollado el rock latinoamericano. Para la muestra un botón: el rock colombiano en los 80 era casi inexistente. En 1986, la gira Nada Personal pasó por Bogotá y Medellín, y la respuesta fue tal que Fernando Pava y la Superestación se metieron la mano al dril para hacer un gran concierto en El Campín y reunir figuras internacionales. Su nombre, Concierto de Conciertos.

Hoy día, Gustavo Cerati está en coma después de su accidente cardiovascular en Caracas (#fuerzacerati). Zeta y Charly siguen con sus proyectos personales. El "hasta dentro de 10 años" parece cada vez más difícil, pero quedan las historias. Queda la música, ligera para muchos pero con un gran peso en el fondo. Queda su influencia, que va desde la Bersuit hasta Caifanes, desde Ekymosis y Juanes hasta los Bunkers.

Y en estos 30 años de Soda, sólo queda una cosa por decir: gracias a Gustavo, Héctor y Carlos por eso mismo. Gracias totales.