miércoles, 29 de julio de 2015

Uber, los populistas

Bogotá amaneció con paro de taxistas. Como casi siempre, causado por la oposición de los dueños y conductores (y muchísimos taxistas hacen parte al tiempo de los dos gremios) a Uber, la aplicación que en Colombia se tomó como de taxis blancos y que para mucha gente es algo así como la segunda venida de Jesucristo.

Pero bueno. El caso es que hay paro de taxistas en Bogotá, y la gente a la que el SITP no le sirve porque qué boleta montar bus no tenía cómo llegar al trabajo. Hasta que llegó el caballo blanco: Uber anuncia que sus usuarios tendrán dos servicios gratis hasta de 15 mil pesos. Y toda la ciudad celebra; mientras "Uldarico es una rata que hace parar a los taxis", Uber es "el salvador que sí funciona y lo mejor que le ha pasado a Bogotá desde el pan tajado".

Claro, Uber es un servicio muy bueno. Yo mismo lo he usado un par de veces, así como uso con cierta frecuencia taxis, SITP y Transmilenio. Hay algunos aspectos de Uber que me gustan (como que se usen camionetas de verdad, no taxis en los que uno a duras penas cabe), pero otros que son tapados de forma absurda con medidas populisas como la de regalar carreras o tener botella de agua para el usuario.

Porque esa es la situación actual: medidas como las que acabo de citar son populismo del malo, poniendo a sus conductores a operar a pérdida con tal de conseguir que más gente en Twitter insulte al Ministro de Transporte por declarar ilegal un servicio que, en el mejor de los casos, está en una zona gris. ¿Cuál es el problema legal de Uber?

Además de no pagar cupos (a propósito, ¿quién maneja esa plata de los cupos? ¿Movilidad? ¿El IDU? ¿Los dueños de las empresas de taxis?), el servicio no cumple con las normativas del Ministerio de Transporte en seguros y conformaciones. En la práctica, la idea de usar taxis blancos es una jugada de Uber para tener lo mejor de dos mundos: no deben pagar ninguna contribución a las alcaldías, pues así lo estipula el decreto 1709 de 2015 para transportes especiales, pero pueden a su vez ejercer el servicio camuflados como carros de hoteles, o de convenios empresariales. Todo bien.

Sí, los taxis de Uber son más cómodos y los conductores son mucho mejores. Pero eso no es para alabar a Uber: es lo mínimo que uno espera de un servicio de taxi. Adicionalmente el contrato de Uber con sus operadores es un gana-gana: la empresa recibe un porcentaje de las carreras facturadas por sus operadores, pero en días como hoy en los que la empresa decide que la carrera es gratis, no reembolsa los gastos. Tampoco ayuda a sacar una inmaculada Duster de los patios, si es el caso. Incluso en California se debió determinar por ley que los conductores de Uber son empleados, no "contratistas" con los que la empresa tenía relación cuando les convenía y cuando no, se hacía la boba.

Y eso sin entrar a hablar de UberX, que es una cosa que hasta los propios conductores de Uber con los que he hablado creen que debe ser ilegal.

Pero eso no se nota, porque la gente prefiere pensar en el Uber con taxi. A muchas personas se les metió en la cabeza que los taxis amarillos son todos conducidos por criminales inconscientes cochinos e incapaces de pensar en algo que no sea joder al pasajero. A tal punto que uno ve en Twitter que se refieren al servicio como "la Bacrim amarilla", igualando a los taxistas con los Rastrojos o los Úsuga.

Mientras eso siga pasando, habrá espacio para que Uber siga con sus medidas populistas tratando de comprar el cariño de la gente. Funciona, claro, y funciona muy bien, pero uno esperaría que semejante maravilla que es Uber no tenga que regalar pasajes y joder a sus propios socios: los conductores.

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