martes, 17 de abril de 2012

En Cartagena me quedo (de putas)

¿Qué quedó de la Cumbre de las Américas en Cartagena? Un burro en Turbaco que debía quedar en Washington, la libertad de Ublime, un Juan Valdez junto a la Torre del Reloj... y un escándalo de prostitución que involucra al Servicio Secreto de Estados Unidos. El escándalo no es propiamente porque los agentes del Servicio Secreto de la Presidencia de Estados Unidos se hayan ido de putas, como bien chambonamente lo dijo Pascual Gaviria en La Luciérnaga, sino porque es el Servicio Secreto, es decir, la seguridad del presidente Obama. Más si estamos hablando de un viaje internacional con muchos delegados, 30 jefes de estado, y en una ciudad como Cartagena.

Ese es el quid del asunto para los gringos. ¿Qué se puede esperar de la seguridad de la presidencia, si deja de cumplir su labor para armar tremenda parranda con 21 mujeres en un hotel? Por supuesto, también explotó la derecha goda gringa, moralista y pacata, porque muchos de estos agentes son casados; y también explotó la derecha goda gringa, tacaña y enemiga del gasto público, porque estos agentes reciben sueldos altos que no están gastando para generar empleo en la prostitución de los Estados Unidos, sino en la economía colombiana. (?)

Ahora, el escándalo en Colombia parece ser porque se descubrió lo que todo el mundo sabía en Cartagena: el turismo sexual está vigente. No sólo el turismo de menores, que ha sido atacado por la alcaldesa pasada, Maríamulata, sino el de mayores que lo hacen de forma consentida y con todo el ánimo del mundo. Y que no es un problema exclusivo de Cartagena, pues muchos que se rasgan las vestiduras se hacen los pendejos con los burdeles en Bogotá entera, por ejemplo.

Por supuesto, el turismo sexual en Cartagena es una forma que mucha de la población de la ciudad tiene para sobrevivir, y no me refiero únicamente a las prostitutas. Taxistas, meseros de bares, camareros de hoteles, y otras personas que también reciben su comisión por promocionar un burdel específico, o el servicio de una "prepago" precisa. Es más, a mí no me sorprendería que muchos de los vendedores ambulantes que fueron desterrados del Centro Histórico por una semana, lo hubieran sido porque ofrecían chicle, maní, tinto, caramelo y chicas.

Esa  demuestra otro factor crucial en Cartagena, que las torres de Bocagrande y las obras en el Centro Histórico se empeñan en ocultar: la ciudad oculta, la gran cantidad de cartageneros que viven en la pobreza y que fueron olvidados durante la cumbre. Estos cartageneros, a duras penas, se pudieron ver en el camino entre el Aeropuerto y el área turística, y si acaso, cuando algún delegado miraba al Cerro de la Popa. Toda esa ciudad oculta, tal como se esconde el gueto angelino tras el glamour de Hollywood, tenía que salir de alguna u otra forma en esta cumbre. Y lo hizo de la forma más vergonzosa (para los agentes del Servicio Secreto) posible.


En fin. Se supo que el escándalo se destapó porque uno de los miembros del Servicio Secreto no quiso sacar US$200 de los US$110000 que aparentemente ganan estos agentes, para pagarle a la acompañante que lo había acompañado. Esta puso el grito en el cielo (o más exactamente, en la recepción del hotel) y la prensa, ni corta ni perezosa, utilizó su poderosa capacidad de investigación para ir hasta las últimas consecuencias y joderle la vida hasta el fondo a los agentes, las prostitutas, el hotel y Cartagena. Si esto es cierto, sería el colmo que la Cumbre de las Américas no hubiera dejado nada a Colombia: ni siquiera la remuneración a las prostitutas que sirvieron a la comitiva de Obama.

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