jueves, 3 de mayo de 2012

Escribiendo la ficción

...y el sol asomó en el horizonte, con el último suspiro del conde de Freichstag.

FIN.

¿Cómo que "fin"?

Qué pasa? Quién me está hablando?

Soy yo, tu personaje. Por qué me dices que "fin"?

Pues, porque se acabó tu historia. Ya hiciste lo que tenías que hacer: ganaste. ¿No estás contento?

Es posible, pero de todos modos quiero saber qué pasa conmigo después de esto. Maté al conde de Freichstag, y luego ¿qué?

No lo sé, no es mi...

¿Cómo que no lo sabes? Tú sabías qué demonios era lo que me iba a pasar al encontrarme con el conde. ¿Ahora me vas a decir que no sabes qué va a pasar conmigo? ¿Tú, que incluso hiciste que fuera quien soy?

Bueno, sí, pero tampoco te...

Entonces, ¿qué va a pasar conmigo? Responde!

A ver... yo sólo sé que tú mataste al odiado conde de Freichstag. Luego me imagino que serás un héroe. Un héroe con celebraciones, desfiles, fiestas, pondrán tu nombre a una calle, te harán estatuas...

Eso es muy bonito, pero no me satisface. Eso es lo que hará el resto del mundo conmigo. Yo sólo quiero saber si voy a vivir bien, si voy a tener una esposa, hijos, o algo.

¿Y cómo quieres que lo sepa? ¡Ni siquiera sé qué voy a hacer yo mismo!

Entonces... tú tampoco lo sabes.

Tampoco... ¿Tampoco qué?

Tú no sabes qué va a pasar contigo, tampoco. Tu escritor debe ser pésimo, también.

¿Mi escritor?

Sí. Tú debes ser así porque te están escribiendo mal. Por eso no sabes tu final. Porque tu propio escritor no te lo ha designado.

A mí nadie me está designando nada. Yo soy libre de hacer lo que quiera.

¿Seguro?

Por sup

(N. del C. de R.: Por supuesto que no.)

Oh, Dios...  

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