sábado, 13 de noviembre de 2010

Tachonazos 3: Derecho a réplica del corazón

(N. de la P: Marcela es una psicóloga lectora del blog, que sugirió que sería conveniente que mi corazón, al que le dio muy duro mi conciencia ayer, expusiera sus puntos de vista. El siguiente post es un ejercicio terapéutico para intentar quitarme la culpa que ella cree que llevo adentro. Gracias por tu sugerencia, Marcela.)

Hola, Juan Manuel. Soy tu corazón. Tal como escribiste ayer en el post pasado, soy "ese bulloso", el que a veces toma el control de ti de una forma que ni siquiera tú mismo quieres aceptarlo. Tal y como lo he tomado muchas veces. Ayer, tu conciencia te escribía sobre las razones de lo que sentías. Pero yo soy el que manejo lo que sientes. La conciencia escribía lo que yo te hice sentir.

Ayer llegaste aquí en un estado deplorable. Y casi siempre lo ha sido por ella. Lo ha sido por las veces que crees que has arruinado las cosas. Recuerdas cuando ella estuvo tan molesta contigo por sacar a la luz pública lo pasado esa noche? Yo también lo recuerdo. Recuerdas que ella, hace muy poco tiempo, te dijo, palabras más o menos, que la estabas tratando muy mal, y por eso quería alejarse de ti? Recuerda cuánto te dolió. Y eso yo no lo hice. Aunque te voy a ayudar con el por qué lo hiciste. Te voy a ayudar, porque yo te controlo más de lo que esperabas. Y porque soy el culpable de algunas de las cosas que haces.

Por ejemplo: de por qué ayer llegaste en un estado deplorable. Hice que te sintieras mal porque no quiero que te quedes detenido. Tú la amas, simplemente. Tu hermano dice "parece el amigo gay de ella"; estás tragado, y eso él no lo entiende. No tienes que pensar mucho en por qué lo haces: revisa tus momentos de felicidad. Ella es una de las primeras personas en enterarse; antes que tu hermano, antes que tu mamá, antes incluso que el lechón, quieres que ella sepa lo que te hace feliz primero. Porque eso es lo que completa tu felicidad. Recuerda el día de la entrevista en la universidad: te ofrecieron la media beca, y tú no llamaste ni al lechón ni a tu casa, sino a ella.

Porque la amas, la quieres hacer feliz siempre. A veces, como un gato con su dueño, le presentas alguna cosa de la cacería. La quieres proteger de sus males: le dices lo que tú crees que ella está haciendo mal, a tu estilo, y tal vez por eso peleas a veces con ella. Y te sientes mal, porque crees que eso la va a hacer menos feliz. Recuerda cómo empezó todo con ella, hace muchos años: necesitabas con quien desahogarte, ella confió en ti y decidió desahogarse también contigo. Y los dos quedaron unidos por esa línea de confianza, tanto que ella es de las poquísimas personas que sabe tus problemas, y tú conoces muchos de los problemas de ella. Por eso es que crees que la segunda estrofa de Layla está compuesta para ti:

You tried to give her consolation
when she let her own man down.
Like a fool, you fell in love with her,
turned your whole world upside down.

Y sí que cambiaste tu mundo de cabeza. Tanto, que a veces tú mismo, tan egoísta, pones la felicidad de ella delante de la tuya propia. Desde la primera vez, cuando se encontraron en el mismo Usaquén al que llegaste anoche, y tu recuerdo más vívido es verla radiante mientras se ponía el sol, con tu chaqueta encima de los dos por el frío. Tienes ese recuerdo tan presente, que lo pusiste en tu libro. Y recuerda esa noche en la que, como dice tu conciencia, "lo arruinaste todo" por mi culpa.

Sí fue mi culpa. Creí, y creo, que ella quería dar el siguiente paso, pero que tú no lo querías dar. Temíamos, tú y yo, que se fuera a romper la amistad. Por eso te detuve: porque quería saber cómo se sentía ella, si realmente la estabas haciendo feliz o no. Aunque no se me fueron las luces: tú estabas muy ocupado intentando asegurarte de que lo que estabas haciendo era lo correcto. No debiste hacerlo. No era cuestión de hacer lo correcto o no, sino de hacerlo. Por eso duraste tanto tiempo pensando en hacer el siguiente paso, mientras ella tal vez se confundía. Incluso, por eso, ella te preguntó si le gustabas. Pregunta que tú sabes que sobra. Porque la amas.

Y no tuviste el coraje para decirle en ese momento que estás enamorado de ella. Que en mí hay un espacio reservado al que ella tiene la llave con sólo decirte "hola, Juan". Que sueñas con ella casi todos los días. Que te molesta verla enfadada, que te enfurece verla triste, que quisieras que ella estuviera siempre feliz, que crees que contigo, ella va a ser feliz. Que tu felicidad depende de ella, en menor o mayor medida: el éxito no lo es tanto si ella no lo conoce. Que te deprimes cuando ella te ignora.

Por eso te deprimiste tanto ese día. Porque ella estaba molesta: la hiciste sentir mal. Ella quiere que la quieran, y en ese momento, ella sintió que tú no la querías. Tú creíste lo contrario después de que ella te abrazó, porque sentiste ese abrazo frío. No te culpo. Estabas obnubilado por ella, quisiste que ella se sintiera bien contigo y a tu lado. Te detuviste porque no estabas seguro. Tú y tu manía de no confiar en ti, te lo ha dicho el de Lógica, te lo ha dicho tu papá, te lo ha dicho hasta Karen. Por desconfiar en ti te detuviste, y quisiste asegurarte de que ella estaba bien a tu lado. Y eso fue lo que a ella le molestó. Seguramente pensó que tú realmente no querías nada con ella, por todo lo que demoraste en tomar la decisión, y por esa detención abrupta; fue un error, hiciste que se convenciera. Por tu desconfianza.

Recuerda su cara cruzando el puente, mientras la acompañabas a coger el taxi: hacía un increíble esfuerzo para ocultarte que estaba decepcionada. Recuerda como te respondió esa noche, cuando llegó a su casa: no quería que le hablaras. Recuerda lo que te dijo unos 15 días después: que había pasado muchas veces por el puente. Tal vez por eso es que no quiso aceptar tu invitación de Guitar Hero: porque no quiere que la decepciones de nuevo.

Yo creo que ella te quiere todavía. Si no, ya te hubiera botado al carajo hace mucho tiempo, en una de tus inexplicables pataletas. Sólo quiero pedirte que trates de ser cuerdo. Recuerda: eres su amigo, y ella te quiere como su confidente, a veces como su asesor, pero no como uno más de los morbosos que han estado, que están y que van a estar detrás suyo. Tal vez tengas tu oportunidad de nuevo, en algún tiempo; no la aceleres. Llegará con el tiempo, y si te desesperas, se alejará. Y aún si no tienes esa segunda oportunidad, asegúrate de estar siempre consciente de que la tienes, de que la quieres y de que quieres su felicidad. Hazla feliz, tal vez eso no te lleve a una segunda oportunidad, pero te hará sentir feliz a ti.

Y siempre recuerda:



Because maybe she's gonna be the one who saves you,
and after all she's your wonderwall.

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