martes, 9 de agosto de 2016

Marchita por la familia

La marcha que mañana se realizará en varias ciudades del país contra el supuesto "adoctrinamiento" del Ministerio de Educación ha sido llamada por sus promotores, la Iglesia Católica y repentinas protectoras de la moral y buenas costumbres como las senadoras María del Rosario Guerra y Thania Vega, como una "marcha por la familia".

¿Qué es proteger la familia para estos defensores de la tradición? Parece ser impedir la idea de reconocer que en un aula de clases hay espacio para otras visiones que no sean las sacadas de la Biblia católica. Que la idea de un niño de conocer su orientación sexual se origina en el hostil ambiente de un salón de clases en vez de en su casa. Que porque sus hijos sepan que hay algo más que el papá y la mamá en la vida, se van a convertir en miembros de un frenesí sexual desinhibido, propio de Sodoma o de Babilonia.

La Iglesia tiene muy claro el motivo de su oposición. Es lógico: va en contra de la tradición y las costumbres que impuso y controló con su llegada de mano de los conquistadores en el siglo XVI. 500 años de dominio no se pueden perder tan fácil, sobre todo considerando todo el espacio que se ha perdido.

Hace 100 años los curas imponian qué enseñar. Hoy aseguran que decirle a los niños que ese hombre con falda no es una violación a la ley divina y una aberración a los ojos de Dios es una imposición. Ese poder de moldear los designios de Dios para moldear la política y la sociedad ha sido perdido y de qué forma.

Lo mismo sucede con tantos honorables personajes de la política y la sociedad que gritan su rechazo a la idea de que los niños aprendan algo que deberían aprender en su casa. Rechazan que un niño, tal vez un hijo suyo, sepa de la existencia de esa... de esa gente.

Así se perpetúa la discriminación. Con padres incapaces de pensar que esa ignorancia los somete a aún más riesgos porque no imaginan que sus angelitos debían saber de condones hasta que la curiosidad loa impulsa a tener relaciones sexuales sin protección y a un embarazo adolescente o una ETS. Con familias que no creen que un niño pueda entender algo como "ese señor está vestido de señora porque se siente más cómodo así, cree que es una señora metida en el cuerpo de un hombre" porque ellos le tienen pavor a esa idea: de sentirse feliz y cómodo con un estándar distinto al propio.

Cada quien construye su identidad y la moldea con sus experiencias personales. Esto no implica que dicha construcción no sea un proceso guiado o que se realice de manera independiente: la construcción de identidad (no de género: de toda la identidad personal) depende mucho de la educación, y sobre todo, de los padres.

Los participantes a la marcha de mañana no defienden la familia: defienden una idea marchita y caduca de la familia como papá, mamá, hijos, casa, carro y perro. La defensa verdadera de la familia no es la de exigir que todos piensen lo mismo que yo y de esconder a los puros oídos de los niños la idea de una comunidad LGTBI: es la de educarlos a respetar a sus congéneres, a no discriminar por motivos de género u orientación sexual y, sobre todo, a ser personas que puedan acabar con la idea caduca de que alguien es diferente por usar otra prenda. Sea una falda, camiseta de otro equipo o un vestuario étnico.

Adenda: ¿en serio alguien cree que un ministerio que no puede controlar la alimentación escolar se va a poner a repartir pornografía homosexual en los salones?

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