sábado, 10 de abril de 2010

Mockus y el problema con los hipsters

La campaña de Antanas Mockus a la presidencia es tal vez una de las más complejas que haya tenido este país en toda su historia. Compleja, porque por primera vez en muchísimo tiempo, Colombia se encuentra con un candidato presidencial intachable. Tal vez desde los tiempos de Alberto Lleras, uno de los presidentes más cultos que ha tenido Colombia, no había alguien con las cualidades académicas y personales que tiene el exalcalde de Bogotá. Y además, con su fórmula vicepresidencial, Sergio Fajardo, que es básicamente el mismo paquete (ambos matemáticos y ambos exalcaldes muy populares de las dos ciudades más grandes de Colombia), pero en paisa en vez de lituano, se entiende cómo los jóvenes y las redes sociales, hartas de ver 50 años de politiquería ininterrumpida, y que buscan una opción más transparente, se han volcado en masa a la campaña del Partido Verde.

Campaña que ha tenido altos y bajos. Los altos: la ética que ha mostrado el partido, a pesar de los inconvenientes que su presidente, el exgobernador de Boyacá Jorge Londoño, tuvo; una investigación propuesta por una ciudadana de Boyacá, por motivo de malversación, anuló la elección de Londoño para el Senado, en la que había obtenido más de 120 mil votos. A pesar de esto, los verdes han dado una serie de golpes éticos impresionantes, partiendo desde la misma campaña, en donde, mientras Andrés Felipe Arias y Noemí Sanín se increpaban durante el debate televisado de la primaria conservadora, los tres tenores (Mockus, Peñalosa y Lucho Garzón), en su debate de la primaria verde, se dedicaron a darse soporte entre sí. Y la estrategia funcionó. Un millón ochocientos mil votos en la consulta verde después, Mockus despegó como candidato del partido que había tenido antes en sus filas a Ingrid Betancourt, y que se salvó de la desaparición en el 2006 al elegir un par de representantes a la Cámara. Y hoy, Mockus, en la última encuesta publicada por Datexco, sería el segundo en la votación de la primera vuelta, y se enfrentaría en segunda con Juan Manuel Santos.

Por supuesto, hay algo peligroso en la campaña de Mockus. Últimamente, se ha visto un crecimiento exponencial en el soporte de las redes sociales del candidato verde; esto en sí, obviamente, no es malo. Lo malo es el comportamiento que se ve en gran parte de estos nuevos fanáticos de los verdes. Se ve que la gente lo apoya porque sí: porque devolvió una plata por votos, asignada por el gobierno (que en honor a la verdad, no le correspondía, porque es plata que el Partido Verde no gastó); porque es un candidato limpio; porque es el único que puede hacerle contrapeso al uribismo. Es decir, ha habido una tendencia de coger a Mockus porque está de moda ser mockusiano. Algo parecido ocurrió en 2002: mucha gente se volcó a Uribe (alejándose de Serpa y Noemí) porque prometió darle bala a las FARC, y luego mucha más gente se montó al tren de Uribe, porque estaba de moda (y todavía lo está) ser uribista...

La muestra más grande de esto, es la cloaca llamada comentarios de El Tiempo. Antes centro del furibismo desaforado, hoy día está saturada de nuevos mockusianos. Y mucha gente cree que Mockus va a oponerse a las políticas de Uribe, lo que demuestra una ignorancia completa del tema: Mockus y Fajardo no van a ser antiuribistas. Van a tomar lo que necesiten para gobernar bien: si eso implica intensificar la Seguridad Democrática, lo harán. De hecho, el mismo equipo de campaña del Partido Verde lo confirmó, cuando dijo que se descartaba una unión con Gustavo Petro y el Polo Democrático, porque son "un poquito diferentes" sus puntos de vista en ciertas políticas (algo que Jorge Robledo, senador del Polo, confirmó ayer en Hora 20, diciendo que no son "un poquito" diferentes los verdes y el Polo, sino totalmente diferentes).

Aún así, se ha desencadenado guerra sucia en las campañas. Primero, fue el tema de Londoño, pensado en ensuciar al partido Verde por problemas que son de única importancia de los boyacenses (y que sinceramente, yo, como boyaco, considero que deben ser retirados de toda política). Por otro lado, está el tema del Parkinson: corre el rumor que la campaña de Santos, intentando ensuciar a Mockus haciéndolo pasar como un enfermo, desencadenó que ayer el mismo candidato sacara a colación el tema en entrevista en La W. Y de hecho, terminó causando más simpatía que otra cosa. Y por supuesto, el tema de la cercanía con el Polo, planeado para pintar a Mockus como un candidato cercano a Chávez y las FARC para la masa bruta, rebotó con el alejamiento público, tanto del partido Verde como de Petro y Robledo, arriba mencionado. Y todo esto ha alienado al público a favor de Mockus; en el mismo mecanismo que alienó al público a favor de Uribe en el 2006, cuando Carlos Gaviria y el Polo se dedicaron a intentar sacar cosas como los falsos positivos, y la gente lo tomó como resentimiento del antiuribismo. Y votó aún más en masa por Uribe.

He de decir que yo voy a votar por Mockus. Pero me preocupa seriamente cómo se está presentando esta hipsterización de la política nacional, algo que Daniel Coronell ha llamado el "voto útil". Me preocupa que la gente que vote por Mockus no lo haga convencida, sino por el fenómeno del voto útil: yo voy a votar por un programa, no por el candidato que va a ganar. Hacer eso es ignorar la base del movimiento democrático. Ignorar los programas es hacerle más fácil la vida a los corruptos. Y el problema no es que voten por Mockus, porque esos mismos fenómenos fueron los que hicieron que Uribe quedara de presidente en el 2002, y obviara la primera ronda en el 2006.

Por favor, estimado lector: vote con conciencia. Sepa por quién va a votar, por qué programas y qué persona es. Así sea Robinson Devia. Y no tema decirlo. Yo no temo decirlo: voy a votar por Mockus, y conozco el programa de Mockus desde antes de la consulta verde. Yo iba a votar por Mockus desde cuando lo consideraban, como Coronell dijo en la entrevista que le hizo María Isabel Rueda en Semana, "el mejor candidato de todos, pero completamente inviable". Ahora es viable. Pero ojalá y lo sea por las razones correctas, no porque ser fan de Mockus está de moda.