lunes, 26 de octubre de 2015

Bogotá Recuperada

Es lunes en la madrugada, una madrugada igual a las demás de Bogotá. Fría y con viento cortante desde los cerros orientales, pero con una nube optimista porque quedó elegido Enrique Peñalosa como alcalde de la ciudad. Y hay razones para ser optimistas con este hombre que llegará como en 1998 al Palacio Liévano para tratar de domar este monstruo que extiende su mancha de cemento sobre toda la Sabana de Bogotá.

No debe interpretarse únicamente el voto como un "castigo" a Petro o a la izquierda por el carrusel de la contratación. No. En Bogotá casi el 55% de la gente votó para alcalde, y aunque la campaña ganadora se enfocó en una idea vaga de recuperar Bogotá de la chusma que la volvió mierda para regresar a esos idílicos días del 2000 en los que se podía leer en TransMilenio y los ladrones no robaban celulares sino relojes, también hay que considerar que la campaña, como lo dijo Clara López, fue una de las más cochinas de la historia.
Fue cochina porque el debate ideológico quedó sepultado en una ciudad que se fracturó. Las propuestas válidas de otros candidatos quedaron ocultas en una idea generalizada e impulsada por medios como W Radio y El Tiempo, un "Peñalosa o el diluvio" que dejó mal parado, entre otros, a Rafael Pardo. Ya he escrito antes que Bogotá no merece a Pardo como alcalde, porque es demasiado bueno, no tiene carisma y porque no ofrece una solución mágica de la galera como lo fue tomar una idea surgida en Curitiba para sacar un poco de buses viejos de la troncal Caracas con una vía de cemento y bases de arequipe.

No: la pinta de Papá Noel de Peñalosa le ayuda a ocultar que, al final de cuentas, es un yuppie que piensa como Robert Moses, el gurú del urbanismo de Nueva York. A Moses no le tembló la mano para construir autopistas por entre los barrios pobres de Harlem, Queens y Bronx, diseñadas para que no quepan los buses y no puedan entrar los pobres. Si Peñalosa decide que necesita el metro (porque en 1998 lo iba a hacer antes de mirar a Curitiba y pensar que con esos buses era suficiente), no le temblará la mano para techar el sur, porque obviamente el metro elevado no va a ocultar las vistas de los bonitos edificios de vidrio y metal de la 11 con 94. Tampoco le temblará la mano para atravesar el humedal de Capellanía con la ALO, ni para construir las 500 mil casas en Mosquera que le corresponden al alcalde de Mosquera, no a él. Posiblemente no le tiemble la mano para apropiarse de ideas como el carril de buses de la Séptima, así como se apropió de la idea de los buses de Curitiba y la hizo pasar como su visión sagrada para convertirse en el Moses del BRT.

Es cierto que la alcaldía de Peñalosa no va a ser peor que la de Petro. Y no lo será porque, así tenga todos los ojos encima del Palacio Liévano, no conviene que lo sea. No le conviene a los Arizmendi y Vicky Dávila que han cronometrado los días que falta para que Petro salga de la alcaldía. No le conviene a Vargas Lleras que llegará con su chequera y su casco de obra para iniciar la ALO el 2 de enero, o antes si Peñalosa le pide el favor. Por supuesto, no le conviene a los revanchistas que ya empezaron a felicitarse entre sí y a decirle a la gente que no vive entre la 72 y la 127 "jódanse, busquen trabajo" antes de pedir que quiten el subsidio del SITP porque es un regalo inmerecido.

¿Y si pasa algo malo? Todo será culpa de esos ocho años en los que Bogotá se perdió para la chusma. Ya empezamos desde la campaña: el problema de las losas de la Caracas, patente desde 2003, no fue culpa del que la construyó con mermelada en sus bases, sino de los chusmeros de la izquierda que no le hicieron mantenimiento (y a todas estas, ¿ya se rompieron las lozas que los chusmeros de la izquierda hicieron en la 30 y la Suba?). Pero esta será la Bogotá que solo se acordará de los problemas del sur cuando haya puente y el noticiero abra con los "escandalosos" trancones en la salida a Girardot. Bienvenidos al pueblo de los Pitufos en que se convertirá el eje Chapinero - Chicó - Usaquén. Bienvenidos a la crítica de amplios sectores de izquierda que, por válida que sea, será interpretada como "ardor" porque perdieron el poder. Bienvenidos a la Bogotá Recuperada.