lunes, 13 de enero de 2014

Tumbaron a Petro: Bogotá busca administrador

La carrera de amplios sectores de la opinión pública para buscarle el quiebre a Gustavo Petro y bajarlo de la Alcaldía de Bogotá llegó a su fin. Esta tarde la Procuraduría General de la Nación dejó en firme la decisión de destituir al alcalde y sancionarlo por 15 años por el problema de las basuras, que en su momento se comentó en este humilde sitio. Por tanto, se avecina una nueva campaña electoral (otra más) en medio de las de Congreso y Presidente.

Lo otro que se avecina es una radicalización de la política bogotana que es cada vez más peligrosa. Por un lado, el propio Petro salió a exigir movilización popular en Facebook, Twitter y los medios masivos:



 Por otro, los mensajes tanto en apoyo como en repudio a la decisión del Procurador han sido cada vez en tonos más altos. Los petristas han lanzado su apoyo al alcalde en tono de lucha de clases (evidentemente, siguiendo el ejemplo de su líder) y demeritando completamente las instituciones. Los antipetristas lo han hecho con una posición totalmente revanchista, e incluso se atreven a asegurar la estupidez de una elección de Francisco Santos en las votaciones atípicas de abril.

El problema más grande de todo esto es que, simplemente, la ciudad no tiene para avanzar. En un momento crítico para Bogotá, en el que apenas se estaba empezando a recuperar lo perdido y lo robado durante más de tres años de la nefasta alcaldía de Samuel Moreno, la ciudad vuelve a quedar al garete. Y algo más preocupante, el que llegue entrará con la oposición de un bloque importante de la población.

Si gana alguien de la Alianza Verde o del Polo (digamos, un Carlos Vicente de Roux o Aurelio Suárez), tendrá la misma oposición que tuvo Petro y que tuvo Clara López. Le pondrán los mismos palos en la rueda, empezando por el propio Inquisidor Ordóñez. Tendrá en su contra a todos los que no fueron capaces de ver el lado positivo en decisiones de la alcaldía Petro como el cambio del Pico y Placa, el mínimo vital del agua y la salida de los caballos de la ciudad. Seguirá siendo confundido con Samuel Moreno y el carrusel de la contratación.

Si gana alguien de derechas (digamos, un Carlos Fernando Galán), tendrá la oposición del 32% de los bogotanos que votó en octubre de 2011 por Petro. Se lo asociará con Ordóñez, con el robo de los concejales del carrusel de la contratación, con los paramilitares como el propio alcalde ya lo ha hecho, y será altamente criticado por cualquier decisión mala que vaya a tomar. Y sobre todo, como mucha de la gente que hoy celebra la decisión de Ordóñez cree que la ciudad va a estar perfecta apenas Petro salga del Palacio Liévano, cuando se encuentre conque las cosas van a estar igual se le va a ir en contra.

El grave problema con todo esto es que la ciudad está al garete en uno de los momentos más importantes de su historia. Bogotá tenía entre sus proyectos principales del 2014 el desarrollo Metro, la culminación del montaje del SITP, la planeación del Transmilenio en la Boyacá, la apertura de la planta de tratamiento de Canoas, las obras de la valorización, la implementación del POT, la construcción de los colegios para el montaje de la jornada única, la recuperación de los hospitales desangrados durante la alcaldía Moreno, etcétera.

Hoy, 13 de enero, puedo decir con toda certeza que esos proyectos no se van a realizar este año. Los primeros seis meses se perderán en las trabas políticas que impone una elección atípica. Después depende de los antojos del nuevo alcalde y su equipo, que puede decir si se le da la gana que el POT no sirve, que el Metro no debe ir por la 13 sino por la Séptima, que el SITP puede competir con los buses corrientes... en fin. Y como el alcalde que salga elegido tendrá que dejar su lugar en diciembre de 2015, no tendrá tampoco tiempo para desarrollar sus proyectos. Dos años perdidos.

Para empeorar las cosas, en este país hay algo que no se olvida: los odios. Para la muestra, un botón: hace 25 años se hizo la paz con el M19, pero igual a Petro se le sigue diciendo guerrillero. En octubre del año próximo, cuando las elecciones ordinarias se realicen, lo más probable es que la situación política de esta ciudad esté igual. Y que nuevamente se tome la Alcaldía como un trampolín a la Presidencia, cuando Bogotá no necesita políticos: necesita administradores. Bogotá necesita nuevamente un Fernando Mazuera o un Enrique Peñalosa (el que entró a Liévano, no el gurú de Transmilenio y experto en quemarse en cualquier elección que salió de la alcaldía).

Las elecciones de 2011 fueron elecciones políticas y las ganó un político, Petro. La ciudad le quedó grande a Petro pero no por falta de habilidad: el alcalde decidió darle preponderancia a su labor política y no le puso la atención necesaria al tema administrativo. Ahora, con Bogotá nuevamente a la deriva, la misión de los bogotanos es conseguir el mejor administrador posible. Alguien que pueda hacer en los 18 meses que tendrá algo para encarrilar a la capital y recuperar lo que se perdió en los tres años de alcaldada de Sammy, y en los dos de pelea de Petro contra todos. Ojalá aparezca...

Adenda: Como cualquiera que vea fútbol sabe, el "que se vayan todos, que no quede ni uno solo" no sirve de nada.